Simón Bolivar quiso
invadir el Paraguay
En la noche del 8 de diciembre de 1821, las tropas del
Dictador Francia penetraron en el territorio en litigio con Argentina,
destruyeron el establecimiento agrícola del sabio Aimé Bonpland y lo
secuestraron. Posteriormente fue confinado, por orden del Dr. Francia, en la
aldea de Santa María de Fe. El secuestro de Bonpland se prolongó durante diez
años. No obstante, se le permitió dedicarse a labores agropecuarias. También se
utilizaron sus servicios médicos y humanitarios.
Los amigos de Bonpland, Simón Bolívar y el sabio Humboldt,
interpusieron toda su influencia para rescatar su libertad.
Aparte del Libertador Bolívar, muchos Gobiernos de América y
de Europa se preocuparon por la suerte del naturalista Bonpland. Pero había la
dificultad de comunicarse con el dictador Francia. El presidente de Bolivia,
mariscal José Antonio de Sucre, se ofreció para hacer llegar a Asunción los
oficios; el teniente Luís Ruiz, quien llevaba la misión de invitar al Paraguay
para entablar negociaciones comerciales con Bolivia. Desde Fuerte Olimpo, donde
llegó en mayo, Ruiz pidió permiso para bajar a Asunción. Francia estalló de
indignación cuando leyó el tratamiento de “Jefe Supremo de la Provincia del
Paraguay” que traía sus oficios. Ordenó que le fueran devueltos sus pasaportes
a Ruiz y que se hiciera saber de viva voz que antes que Bolivia el Paraguay
había tenido el título de República. Francia explicó al comandante de Olimpo
que era preciso tomar esa actitud “porque de lo contrario se acostumbraría
tratar con menosprecio y con tono de mayoría al Paraguay y su gobierno”
carta de Bolivar al Dr. Francia
Lima, 22 de octubre de
1823
Al Excmo. señor Gaspar Rodríguez Francia &&
Excmo. señor:
Desde los primeros años de mi juventud tuve la honra de
cultivar la amistad del señor Bonpland y del barón de Humboldt, cuyo saber ha
hecho más bien a América que todos los conquistadores.
Yo me encuentro ahora con el sentimiento de saber que mi
adorado amigo, el señor Bonpland, está retenido en el Paraguay por causas que
ignoro. Sospecho que algunos falsos informes hayan podido calumniar a este
virtuoso sabio y que el gobierno que V. E. preside se haya dejado sorprender
con respecto a este caballero. Dos circunstancias me impelen a rogar a V.E.
encarecidamente la libertad del señor Bonpland. La primera es que yo soy la
causa de su venida a América, porque yo fui quien le invité a que se trasladase
a Colombia, y ya decidido a ejecutar su viaje, las circunstancias de la guerra
lo dirigieron imperiosamente hacia Buenos Aires; la segunda es que este sabio
puede ilustrar mi patria con sus luces, luego que V.E. tenga la bondad de
dejarle venir a Colombia, cuyo gobierno presido por la voluntad del pueblo.
Sin duda V.E. no conocerá mi nombre ni mis servicios a la
causa americana, pero si me fuese permitido interponer todo lo que valgo por la
libertad del señor Bonpland, me atrevería a dirigir a V.E. este ruego. ¡Dígnese
V.E. oír el clamor de cuatro millones de americanos libertados por el ejército
de mi mando, que todos conmigo imploran la clemencia de V.E. en obsequio de la
humanidad, de la sabiduría y la justicia, en obsequio del señor Bonpland!
El señor Bonpland puede jurar a V.E. antes de salir del territorio
de su mando que abandonará las provincias del Río de la Plata, para que de
ningún modo le sea posible causar perjuicio a la provincia del Paraguay, que
yo, mientras tanto, le espero con la ansia de un amigo y con el respeto de un
discípulo, pues sería capaz de marchar hasta el Paraguay solo por libertar al
mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros.
Excmo. señor: Yo espero que V.E. no dejará sin efecto mi
ardiente ruego, y también espero que V.E. me cuente en el número de sus más
fieles y agradecidos amigos siempre que el inocente que amo no sea víctima de
la injusticia.
Tengo el honor de ser de V.E. atento obediente servidor.
Bolívar
(Tomada del original triplicado; otro ejemplar se halla en
la Universidad de Georgetown)
Bolívar, Simón, Obras completas, Caracas: Bloque Editorial
Dearmas, Colección Bohemia, Volumen I, Tomo V, 198?, pp. 820 — 821.
Lima, 23 de octubre de
1823
A la señora Bonpland
Señora:
Hace muchos años que tuve la satisfacción de ligar mis
sentimientos a los del célebre y virtuoso Bonpland, ahora digno esposo de Ud.
He sabido, con sumo dolor, que este caballero se halla
prisionero en el Paraguay con la inocencia que caracteriza a los mártires. En
consecuencia, me tomo la libertad de dirigir a Ud. tres cartas para el señor
Francia, con el laudable fin de rogarle por la libertad de mi estimable amigo
Bonpland; las que suplico a Ud. se sirva dirigirlas por diferentes vías al
Paraguay.
Si por un prodigio de la buena suerte el señor Bonpland
pudiere salir de los calabozos del Paraguay, yo ofrezco a Ud. y a toda su
familia un destino honroso y útil al compañero del descubridor del Nuevo Mundo.
Entonces mi satisfacción sería infinita porque reuniría en el seno de mi patria
a uno de mis mejores amigos y a un sabio que esparciese la luz de la naturaleza
por todas nuestras vírgenes comarcas.
Tenga Ud. la bondad, señora, de contarme entre las personas
que más desean emplearse en servicio de Ud., y de aceptar los testimonios de la
consideración y aprecio que le profeso.
Atento y obediente servidor.
Bolívar, Simón, Obras completas, Caracas: Bloque Editorial
Dearmas, Colección Bohemia, Volumen I, Tomo V, 198?, p. 822.
Carta de Gaspar Rodríguez de Francia a Simón Bolívar
Patricio:
Los portugueses, porteños, ingleses, chilenos, brasileños y
peruanos han manifestado a este gobierno iguales deseos a los de Colombia, sin
otro resultado que la confirmación del principio sobre que gira el feliz
régimen que ha libertado de la rapiña y de otros males a esta provincia, y que
seguirá constante hasta que se restituya al Nuevo Mundo la tranquilidad que
disfrutaba antes que en él apareciesen apóstoles revolucionarios, cubriendo con
el ramo de oliva el pérfido puñal para regar con sangre la libertad que los
ambiciosos pregonan. Pero el Paraguay los conoce, y en cuanto pueda no
abandonará su sistema, al menos mientras yo me halle al frente de su gobierno,
aunque sea preciso empuñar la espada de la justicia para hacer respetar sus
santos fines. Y si Colombia me ayudase, me daría un día de placer y repartiría
con el mayor agrado mis esfuerzos entre sus buenos hijos, cuya vida deseo que
Dios Nuestro Señor guarde por muchos años.
Asunción, 23 de agosto de 1825
antonio jose de sucre
Carta de Sucre a Santander
A. S. E. el general Santander
Potosí, a 11 de octubre de 1825
Mi querido general y amigo:
El 28 del pasado escribí a Vd. desde Oruro y tengo el gusto
de repetirlo en el presente correo. Empezaré por decirle que el 5 llegamos a
esta ciudad, y el pueblo ha recibido muy bien al Libertador: S. E. se muestra
contento de Potosí.
El 7 en la noche llegó la legación argentina compuesta de
los señores general Alvear y doctor Díaz Vélez; estos caballeros, aunque no
están presentados públicamente al Libertador, le han mostrado ya en conferencias
privadas el objeto principal de su mensaje, que es pedir auxilio contra el
emperador del Brasil porque los sucesos de la Banda Oriental hacen
imprescindible una guerra; ellos han pedido no sólo tropas sino la escuadra de
Colombia, ofreciendo pagar cuantos gastos se ocasionen por ambos socorros a
cuyo efecto tienen (y es verdad) tres millones de pesos dispuestos y en arcas
para sostener esta guerra. El Libertador les ha contestado que dar tales
auxilios sería una declaratoria de guerra por nuestra parte al emperador, lo
cual no está en sus facultades; que ellos deben ocurrir al congreso de
Colombia, al del Perú, y acaso al de Panamá; no sé si han pasado a más las
conferencias; supongo que el Libertador informará a Vd. de todo.
Yo he indicado al Libertador mis opiniones; creo buenamente
que una guerra al emperador del Brasil no sería difícil en cuanto a quitarle
las posesiones que ha incorporado a la República Argentina y aún más allá,
porque nuestras fuerzas físicas y los elementos de la revolución darían muchas
facilidades; pero que un rompimiento con el emperador alarmaría a los santos
aliados y aun la Inglaterra misma no lo vería bien, lo cual causaría inmensos
daños a nuestra causa; que yo creo que antes de ocurrir a la guerra se deben
tocar con dignidad todos los medios de conciliación para que el emperador
devuelva lo que ha usurpado violentamente a los argentinos; que entretanto
podemos ir disponiendo nuestras fuerzas para garantizar un resultado,
entablando toda clase de relaciones con el Brasil y los patriotas republicanos
que hay en el territorio, examinando las fuerzas militares y medios de defensa
del emperador, etc., etc., etc., para marchar sobre datos ciertos. En fin, mis
opiniones están todas por la prudencia, para que en caso de un rompimiento sea
después de repletos de justicia y con examen de todo, todo, para no exponernos,
y para que podamos obrar desde el principio con vigor.
El Libertador parece que está en el proyecto de mandar una
expedición de cuerpos del Alto y Bajo Perú a tomar el Paraguay, que sabe Vd.
que gime bajo el tirano Francia, que tiene aquella provincia no sólo oprimida
del modo más cruel, sino que la ha separado de todo trato humano, pues que allí
nadie entra sino el que gusta Francia, y acaso encarcela luego al mismo a quien
ha permitido entrar. Dice el Libertador que hará ejecutar esta expedición si el
gobierno argentino se la pide; mas no sé si la ha definitivamente resuelto. En
el próximo correo del 27 podré acaso dar a Vd. mejores y más detallados
informes.
Nuestras tropas están siempre en el más brillante pie; su
espíritu nacional toca al delirio; la organización de los cuerpos, su
disciplina eximia, etc., va llegando a la exactitud; en fin, Vd. se encantaría
de gustos si pudiéramos presentarle este ejército, porque es un bello cuerpo de
tropas que hace honor a Colombia.
Me despido de Vd. saludando a su señora hermana y amiguitas,
y repitiéndome muy cordialmente su sincero amigo y compañero,
[Antonio José de] Sucre
Bolívar en la primera conversación que tuvo con los
delegados argentinos, se apresuró a reproducirles su proyecto de invasión del
Paraguay, asegurándole que el objeto principal de la invasión tenía mucho de
romántico y éste era libertar a Bonpland. Los diplomáticos argentinos
manifestaron que su Gobierno o el Congreso argentino no autorizarían la
empresa. El proyecto de Bolívar tampoco fue aceptado por el Gobierno de
Colombia. Bolívar abandonó su plan. Bonpland continuó en su apacible
cautiverio.
Aimé Bonpland fue liberado en 1831. Una vez libre, Bonpland
se dedica a recorrer las misiones brasileras, se establece por corto tiempo en
Buenos Aires y luego en San Borja, donde continúa con sus investigaciones
botánicas; regresa a Corrientes y se dedica al cuidado de una estancia, que
después deja para seguir recorriendo el territorio fronterizo entre Argentina,
Uruguay y Brasil: Las Misiones Centrales del Paraguay.
Notablemente, Bonpland se encariña del Paraguay. Se unió con
María, hija de un cacique, con quien tuvo dos hijos; tanto fue su
aquerenciamiento que al ser liberado llora por no querer dejar la tierra.
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