sábado, 2 de febrero de 2013

un canto a bolivar de pablo neruda


PADRE nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

Tu pequeño cadáver de capitán valiente
ha extendido en lo inmenso su metálica forma,
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve
y el austral pescador saca a la luz de pronto
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.

De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso.
Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.
Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?
Es roja la semilla de tu corazón vivo.

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.
Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.
Y otra mano que tú no conociste entonces
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,
de la cárcel, del aire, de los muertos de España
llega esta mano roja que es hija de la tuya.

Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.
Los malvados atacan tu semilla de nuevo,
clavado en otra cruz está el hijo del hombre.

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.

Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
"Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo".

PROCESO DE CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO NACIONAL


PROCESO DE CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO NACIONAL


JUAN PABLO ROJAS PAUL  188-1890

El cinco de julio prestó juramento de Ley en el Congreso y de inmediato se notó un nuevo estilo político, resumido en su mensaje inaugural: paz, legalidad, concordia. A Francisco González Guinán le pareció esta posición similar a los gobiernos "fusionistas" (según decía, el Nº 8 era de mal agüero, en la política venezolana: el 58, el 68, el 78 y el 88). (Aquí se habla de los años 1800) Francisco González Guinán, junto con Fonseca y otros liberales amarillos, llamaron a J. P. Rojas Paúl "perjuro" por no cumplir supuestos compromisos a que estaba obligado. En el interior del país, se barrió políticamente con los liberales crespistas en las elecciones para presidentes de Estado e incluso sectores considerados como godos en los Andes llegaron a triunfar: Carlos Rangel Garbiras y Araujo. Joaquín Crespo consideró todos los actos políticos anteriores como un fraude inaceptable y amenazó con lanzarse a la guerra desde el exterior donde se encontraba; algunos partidarios suyos se sublevaron y fueron vencidos rápidamente por el gobierno. En vista del escaso éxito de los alzados crespistas, el jefe Joaquín Crespo tuvo que retardar su expedición, no obstante lanzó un "Manifiesto a los Venezolanos" que llegó a Caracas el 7-7-1888. El Presidente Rojas Paúl mientras tanto, bajo la asesoría del político exiliado colombiano Dr. Diógenes Arrieta, empezó a distanciarse cada vez más de los guzmancistas del "círculo de la Adoración Perpetua" y de lo que guasonamente llamó Rojas Paúl el "Quevedismo o guzmancismo isleño" (el General Quevedo era Canario). El Presidente no sólo promovió algunas obras materiales como el excelente Hospital Vargas, sino que dictó una amnistía general en beneficio de todos los presos y exiliados por razones políticas. Otras medidas tomadas por Rojas, lo fueron el traer gran cantidad de monjas para la atención en los hospitales y para la educación femenina. Suprimió las delegaciones militares y concentró las armas en los parques nacionales. Sin embargo J. Crespo prosiguió preparando su prometida invasión desde Trinidad. Primero intentaron apoderarse de un vapor de pasajeros, fracasaron y fueron llevados a prisión un buen número de comprometidos. Crespo se retiró a San Thomas en su goleta a buscar un vapor y armas compradas en Europa, pero en vista de la imposibilidad de lograrlo, intentó venir en su propia goleta a las costas corianas y fue capturado en el mar por un vapor de guerra del gobierno venezolano. Hecho prisionero Crespo el 2-12-1888 fue encerrado en un calabozo alfombrado y amueblado en la Rotunda (prisión de Caracas) donde después de negociar con Rojas Paúl personalmente, aceptó su libertad a cambio de exiliarse hasta que se le avisase la posibilidad del regreso. Además el gobierno le compró todo el parque que había comprado en Europa, el cual después de un accidentado itinerario pudo llegar al país. Esta política "magnánima" de paz del Presidente Rojas no fue aprobada por los guzmancistas que veían en ella una actitud reaccionaria, goda y fusionista.  El Año Nuevo de 1889 consiguió al país sin presos ni exiliados; asimismo fue notorio que una buena cantidad de contratos suscritos con capitalistas extranjeros por Antonio Guzmán Blanco no fueron aprobados por el Congreso, cuestión ésta que molestó en grado sumo al General Guzmán en su retiro parisino. Guzmán Blanco en una histórica carta al Presidente Rojas resume su "Proyecto" en forma admirable: La regeneración ha tenido tres etapas, la de la lucha, la de la organización y la del progreso material e intelectual; esta última sólo la podría realizar si en Venezuela existiera un gobierno que lo sepa secundar. En este documento Antonio Guzmán Blanco, abiertamente deja ver su concepción modernizante de lo que se llamaba "El Progreso", meta, que deja ver, que sólo se lograría bajo su orientación y dirección estratégica, desde su privilegiada atalaya europea que le permitía estar en contacto directo con los grandes capitanes de la industria y la banca europea. El Presidente Rojas cambió a los jefes militares y a algunos presidentes de Estado por gente amiga o incondicional suya. Cumplidas las rutinas parlamentarias: sesiones, lectura del mensaje, etc. El 27 de abril, aniversario de la "regeneración", se desataron serios desórdenes callejeros. Los grupos antiguzmancistas encabezados por los estudiantes universitarios de Caracas llevaban la batuta de los acontecimientos. En vista de las pugnas generadas entre los que irrespetaban las estatuas de Guzmán y los incondicionales del "Ilustre" (Guzmán Blanco), el Presidente Rojas tomó la firme y secreta determinación de renunciar al poder el 18 de mayo. El gesto del Presidente provocó una crisis política que llevó a densos sectores a pedirle que la retirara, cuestión que finalmente hizo. La decisión del Presidente fue apoyada por una masiva manifestación popular que determina, que de aquí en adelante Rojas rompa con su antiguo jefe y trate de hacer su propia política. A partir del 20 de mayo se producen nuevas y ruidosas manifestaciones en apoyo al Presidente en la Guaira, Puerto Cabello, Valencia y otras ciudades. La consecuencia de la política conciliadora del Presidente fue que sus ministros guzmancistas rompieran con él y se retiraran del gabinete; siendo sustituidos por gente de mayor confianza. En Caracas las masas populares encabezadas por los estudiantes de la Universidad derribaron las estatuas de Antonio Guzmán Blanco, ubicadas en El Calvario y entre la Universidad y el Congreso; además de la estatua de su padre Antonio Leocadio Guzmán en la Plaza de El Venezolano (San Jacinto). Después de derribarlas las despedazaron a mandarriazos y recorrieron las calles con los fragmentos como trofeo (uno se lo llevaron de obsequio a Crespo). También arrancaron las placas, retratos y monogramas de donde estuviesen. Y saquearon sus propiedades: casas y haciendas en Caracas, Macuto, Valencia y otros lugares. La policía nada hizo por impedir esta ola de furia antiautocrática.  Las mismas escenas que se vieron en Caracas se repitieron donde hubiese algún monumento, placa, retrato o busto, todo fue destruido y saqueado. Era obvio esperar que los amigos de Guzmán, encabezados por Francisco González Guinán, quien por supuesto da una versión parcializada de los hechos, rompieran igual que el mismo Antonio Guzmán Blanco con Rojas Paúl y no aceptaran la versión de éste sobre su imposibilidad de haberlo evitado. La consecuencia final de los actos de protesta fue, que hubo que rebautizar las avenidas, los teatros, acueductos, escuelas, plazas, estados y todo lo que se llamase antes Antonio Guzmán Blanco. El Congreso reunido en febrero de 1890, como estaba preestablecido, eligió el Consejo Federal y éste a su vez eligió al Dr. Raimundo Andueza Palacio, quien se juramentó como presidente Constitucional el 5-3-1890, produciéndose una pacífica transmisión de mando de un civil a otro civil, por primera vez en la Historia.

RAIMUNDO ANDUEZA PALACIO 1890-1892

Fue un civil Licenciado y Doctor en Derecho Civil. Fue además, Presidente de Venezuela en el período constitucional comprendido desde el 19 de marzo de 1890 hasta el 17 de junio de 1892, fecha en que fue derrocado. Quizás el hecho más resaltante de su carrera política, haya sido la maniobra continuista que ideó con el objeto de extender su período presidencia por dos años más (1892-1894) y que desembocó en la irrupción del movimiento insurreccional liderado por Joaquín Crespo, conocido como la Revolución Legalista (marzo de 1892), y que terminaría expulsándolo del poder. Hijo de Raimundo Andueza y de Carolina Palacio. Nació en Guanare, Portuguesa, el 6 de febrero de 1846. Estudió en el colegio de Guanare, primaria y bachillerato, graduándose de bachiller en ciencias filosóficas en 1861. Fue Edecán y luego secretario del presidente Juan Crisóstomo Falcón (1866), además sirvió bajo las órdenes del general Manuel Ezequiel Bruzual durante la Revolución Azul de 1868. El 4 de marzo de 1872 contrajo nupcias con Isabel González Esteves, prima hermana de Belén Esteves, esposa del futuro presidente Francisco Linares Alcántara. Andueza Palacio cursó la carrera de Derecho en la Universidad Central de Venezuela, desempeñándose tiempo después como abogado ante la Corte Suprema del Distrito Federal (15.4.1874). Entre 1873 y 1876 fue diputado por el estado Aragua. Presidente del Congreso (1876) y ministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Linares Alcántara (marzo de 1877) pronuncia el discurso de despedida a Antonio Guzmán Blanco en La Guaira, el 18 de mayo de 1877. Encargado del Poder Ejecutivo por la ausencia de Linares Alcántara (agosto de 1877) es senador por el estado Portuguesa. Ministro de Hacienda (1877-1878), fue postulado como candidato a la Presidencia de la República para el período 1879-1881. Exiliado político durante los días de la Revolución Reivindicadora (de junio a finales de 1878) ocupó nuevamente el cargo de Ministro de Hacienda (febrero de 1879). Incorporado al Consejo de Administración (mayo de 1879) es senador en 1880 y de 1886 a 1889. Posteriormente se desempeñó como consejero federal por el estado Zamora y presidente de la Cámara de Diputados (1890). Miembro del Consejo Federal por el estado Zamora (1890), es elegido presidente de la República por dicho organismo, el 7 de marzo de 1890. Aunque constitucionalmente estaba estipulado que su período terminara el 20 de febrero de 1892, Andueza planeó reformar la constitución con el fin de prolongar su estadía en el poder por dos años más. Esta maniobra continuista de Andueza Palacio provocó el surgimiento de la Revolución Legalista liderada por Joaquín Crespo (marzo de 1892), así como la presión de Guillermo Tell Villegas, presidente del Consejo Federal; ante tal circunstancia, Raimundo decidió exiliarse del país (1892-1898). Luego de la muerte de Crespo (abril de 1898), incorporándose como ministro de Relaciones Exteriores (23.10.1899-31.7.1900) al primer gabinete del presidente Cipriano Castro. Además de la extensa trayectoria política, Palacio fue masón en grado 33 y canciller en el Supremo Consejo Confederado de la Masonería (1885-1888).

JUAQUIN CRESPO 1892-1896

Liderando la llamada Revolución Legalista (marzo-octubre 1892). Una vez triunfante este movimiento insurreccional, ocupa Caracas el 7 de octubre del mismo año y se encarga del Poder Ejecutivo Nacional. El 16 de junio de 1893, pone ejecútese a una nueva Constitución que establecerá en su artículo 63, la votación directa y secreta, además de períodos de 4 años (artículo 71). En febrero de 1894, al obtener 349.447 a su favor es electo Presidente de la República juramentándose el 14 de marzo, gobernando hasta el 20 de febrero de 1898. Sobrio, abstemio, cojo de la pierna derecha por herida de guerra, fiel a Misia Jacinta, no muy escrupuloso en el manejo del erario nacional, Crespo se convirtió luego del retiro del escenario político venezolano de Guzmán Blanco, en el jefe supremo del Partido Liberal Amarillo y dominó la vida política de Venezuela en la última década del siglo XIX. En 1897, apoya la candidatura del general Ignacio Andrade para las elecciones presidenciales a realizarse en septiembre de ese año. No obstante, la victoria de Andrade en unos comicios electorales tildados de fraudulentos, provoca la irrupción del movimiento armado liderado por el general José Manuel Hernández, el Mocho, conocido como la Revolución de Queipa. Por tal motivo, Crespo en su rol de caudillo mayor decide ser el mismo el que ponga fin a dicho alzamiento, encontrando la muerte en el sitio de La Mata Carmelera (Edo. Cojedes) a manos de un tirador apostado en un árbol. Aunque siempre se ha dicho que la bala que mató a Crespo provino del rifle de uno de los partidarios del Mocho Hernández, sin embargo, un rumor no confirmado a través de la historia asoma la posibilidad de que el proyectil que cegó la vida del "Tigre de Santa Inés", hubiese sido disparado por un enemigo político infiltrado dentro de sus propias filas. Como último aspecto relacionado con la vida de Crespo, tenemos que al igual que muchos personajes importantes de la Historia venezolana, estuvo vinculado a la masonería, siendo masón en grado 33 y Gran Maestro del Gran Oriente. Sus restos reposan en el Cementerio General del Sur en Caracas, desde el 24 de abril de 1898.

IGNACIO ANDRADE 1898-1899

Durante el desarrollo de las acciones bélicas que comenzaron el 23 de febrero de 1898 y se extendieron hasta el 12 de junio del mismo año, se produjo un suceso inesperado que afectó de manera negativa a la correlación de fuerzas que rodeaban a Andrade, la muerte de Joaquín Crespo. En efecto, como consecuencia de la desaparición del escenario político de Crespo tras su deceso en la Mata Carmelera, el 16 de abril de 1898, una gran cantidad de caudillos vieron despejado el camino hacia el poder, incluyendo al propio general Ramón Guerra, quien en su cargo de Ministro de Guerra había capturado al Mocho Hernández, y luego se alzó en contra del gobierno de Ignacio Andrade. Aparte de los movimientos insurreccionales que tuvo que afrontar Andrade, durante su gestión administrativa se experimentaron dificultades económicas, la desconfianza de ciertos círculos políticos y una epidemia de viruela. Finalmente, Andrade fue derrocado el 19 de octubre de 1899 por Cipriano Castro y la Revolución Restauradora, la cual triunfó sin que las fuerzas gubernamentales hicieran un mayor esfuerzo por detenerlas. Una vez fuera del poder, Ignacio Andrade salió exiliado hacia Puerto Rico, donde escribió unas líneas acerca del movimiento que lo derrocó, tituladas ¿Porqué triunfó la Revolución Restauradora?, publicadas 30 años después de su muerte (1955). Luego de ser amnistiado (19.11.1903), sirvió al régimen de Juan Vicente Gómez, quien paradójicamente había formado parte del movimiento revolucionario que lo expulsó del poder; desempeñándose como ministro de Relaciones Exteriores (1916-1917) y de Relaciones Interiores (1917-1922), en los gabinetes ejecutivos de Victorino la Márquez Bustillos.

LA REVOLUCIÓN RESTAURADORA

El 23 de mayo de 1899 se inició desde Colombia una invasión a Venezuela acaudillada por Cipriano Castro, la cual tuvo como finalidad derrocar el gobierno del presidente Ignacio Andrade. Dicha campaña militar conocida como la Revolución Liberal Restauradora o la "invasión de los 60", representó la primera participación masiva de los andinos en la política nacional y la finalización de la hegemonía del Liberalismo Amarillo. Previo a su participación en este alzamiento, Cipriano Castro estuvo exiliado durante 7 años en Colombia (1892-1899), desde donde esperaba para asaltar el poder. En este sentido, la crisis política experimentada por el liberalismo tradicional y el régimen de Ignacio Andrade, permitió el desarrollo cabal del movimiento revolucionario castrista. Desde mediados de 1898 el partido castrista del Táchira había iniciado una gran actividad y se convierte en una célula conspirativa, al observar la fragilidad del gobierno. Por su parte, Castro intenta entonces formar una alianza con otro caudillo tachirense exiliado en Colombia, Carlos Rangel Garbiras, con el objeto de coordinar una insurrección; pero, el fracaso de las conversaciones sobre el particular lo lleva a la determinación de llevar a cabo la invasión con sus fuerzas, en las que figuraban personajes tales como Juan Vicente Gómez, Manuel Antonio Pulido, José María Méndez, Emilio Fernández, Jorge Bello y Pedro María Cárdenas. En definitiva, Castro logra juntar un contingente de unas 60 personas que invaden por la frontera colombiana el 23 de mayo de 1899, acusando al gobierno de Ignacio Andrade de haber violado la Constitución Nacional de 1893, la cual restauraría el movimiento castrista.
El 24 de mayo de 1899, Castro lee su primera proclama revolucionaria y organiza un ejército de 1.500 hombres con el objeto de marchar hacia San Cristóbal, plaza que defendía el general Juan Pablo Peñalosa. Como una maniobra destinada a impedir la llegada de refuerzos a la capital de la sección de Táchira, Castro decidió enfrentarse en primer lugar a las tropas de que se dirigían hacia ella, dando como resultado 3 triunfos consecutivos a las tropas castristas en los combates de Toconó (24.5.1899), Las Pilas (27.5.1899) y El Zumbador (9.6.1899). Luego de esto, sitia a San Cristóbal durante 20 días (23.6-12.7.1899), pero abandona esta posición cuando se entera de la proximidad de un poderoso ejército de 5.000 hombres al mando del general Antonio Fernández. A pesar de lo numeroso del ejército gubernamental, Castro logra derrotarlo en el combate de Cordero (28.7.1899), gracias a su conocimiento de la región y a las dificultades que ofrecía el terreno a soldados procedentes del centro del país. Tras esta importante victoria, Castro toma la decisión de marchar hacia Caracas por la ruta de Mérida y Trujillo. Sin embargo, antes de salir de los Andes sale victorioso en un enfrentamiento con el general Rafael González Pacheco en Tovar (6.8.1899), y toma Valera (15.8.1899) donde no encontró mayor resistencia. En su ruta hacia Caracas Castro libra el combate de Parapara (26.8.1899), en las inmediaciones de Carora, derrotando una vez más a las tropas del gobierno y captura un cañón Krupp. Después de flanquear la ciudad de Barquisimeto, su ejército aumenta gracias a la incorporación de 2 batallones procedentes de los alrededores de Nirgua, la cual sitia y captura el 9 de septiembre. Durante este trayecto hacia la capital, las fuerzas de Castro fueron aumentando a medida que se iban sumando a la revolución varios contingentes de partidarios del general José Manuel Hernández, el Mocho, quien se encontraba prisionero por haberse alzado contra el gobierno de Ignacio Andrade; lo que en definitiva resultó una alianza clave el movimiento restaurador. Ante el avance incontenible Castro y sus tropas, Andrade reorganizó el ejército con la intención de derrotar a éste en un combate final. En consecuencia, sale de Valencia un contingente de 5.500 hombres al mando del ministro de Guerra y Marina, el general Diego Bautista Ferrer, que a su vez contaba con el apoyo del general Antonio Fernández. Aunque el ejército del gobierno tenía grandes posibilidades de derrotar a Castro, las desavenencias entre Ferrer y Fernández, condujo a la derrota de Tocuyito (14.9.1899), donde sufrieron 1.000 bajas. Después de vencer este obstáculo en su marcha hacia Caracas, Castro de dirige el 16 de septiembre de 1899 a Valencia, donde se comienzan a producir las negociaciones políticas que pronto lo llevarán al poder.
Cuando Castro se disponía a enfrentar en La Victoria a Luciano Mendoza, quien representaba la última defensa del régimen de Andrade, se encontró con la sorpresa que dicho jefe decidió desobedecer las órdenes del gobierno y no hacerle frente. Ante la inminente llegada de Castro a Caracas, diversos emisarios enviados por Ignacio Andrade, entre ellos el ministro de Hacienda Manuel Antonio Matos, entraron en conversaciones con éste para llegar a un acuerdo de paz. No obstante, Andrade al notar que sus funcionarios se estaban pasando a la causa restauradora, y que no tenía ejército que defendiera su gobierno, resolvió marcharse de Venezuela el 19 de octubre de 1899, mientras se encargaba transitoriamente del Ejecutivo al general Víctor Rodríguez. Finalmente, el 23 de octubre de 1899, entra Cipriano Castro a Caracas, iniciando el gobierno de la Restauración Liberal y comenzado una etapa en la historia política de Venezuela.

LOS VERSOS SENCILLOS DE JOSE MARTI


LOS VERSOS SENCILLOS DE JOSE MARTI

  José Martí como figura literaria y José Martí como hombre, difícilmente puede ser considerado como entidades separadas. Pocos caudillos cívicos hispanoamericanos pueden ostentar tan desinteresada consagración al perfeccionamiento de la humanidad. Su devoción a la independencia y libertad de Cuba fue enorme, pero la situación de su país no fue el único objeto de sus preocupaciones: Martí anhelaba una América hispánica democrática y autónoma en la que Cuba asumiría la condición de un Estado constitucional y gobernado por sí mismo. Esta visión esencialmente idealista, unida a la concepción, a veces romántica, de la libertad y perfectibilidad humanas se reflejan en una simbología de orientación tan idealista como su visión del universo, por eso, en su estilo y su ideología coexisten en una relación entrañable e inseparable los valores estéticos y los de magisterio social. El estilo de la modernidad es, en Martí, ideológico, emocional y artístico. Su idea de libertad iba más allá de la realidad cubana: era libertad en sus versos, en sus composiciones. Era una libertad que anhelaba, que buscaba constantemente desde lo más profundo de su ser: «amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras.»
    Las innovaciones martianas asombraron y disgustaron en un principio; defendió un arte avasallador, emotivo, cromático y musical: «...hacer llorar, sollozar, increpar, castigar, crujir la lengua, domada por el pesamiento, como la silla cuando la monta el jinete; eso entiendo yo por escribir. -No tocar una cuerda, sino todas las cuerdas- No sobresalir en la pintura de una emoción, sino en el arte de despertarlas todas-.» Pero lo que más distingue a Martí, y a la vez, lo diferencia de otros modernistas es la dimensión ideológica de su obra en prosa y en verso. Martí no fue un filósofo sistemático, pero sí un pensador, y un hombre de profunda comprensión y compasión humanas. En los Versos sencillos, José Martí plasma la realidad de vivencias complejas que se insertan en un espacio poético con un lenguaje metafórico rico en símbolos y en forma.

1. José Martí y su relación con el modernismo.
      El modernismo, concebido como la etapa inicial de una época de crisis, ostenta sus primeros síntomas en Hispanoamérica a partir de 1875 no sólo en el terreno de la literatura sino en el de la filosofía, la ideología, la organización social y la religión. Era de transformaciones vertiginosas, de complejas tendencias heterogéneas y anárquicas, el modernismo se caracteriza al principio por el rechazo de normas y tradiciones consagradas. Su génesis inaugura una nueva sensibilidad, un estilo innovador de pensar y de crear del mundo moderno, que confluyen en una serie de cambios que se manifestaron en el arte, la ciencia, la religión, la política y gradualmente en los demás aspectos de la vida entera con todos los caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio histórico cuyo proceso es de alteraciones y mudanzas.
    Junto con otros artistas como Gutiérrez Nájera, Díaz Mirón, Silva, Casal y Rubén Darío; José Martí dio forma y sentido a un mundo que experimentaba el desarraigo de un periodo de cambios. La voz de Martí ocupa un lugar muy importante no solamente en la literatura sino también en la política: desde un principio, Martí plantea la literatura como un instrumento para forjar la nacionalidad, y ofrece una lectura desautomatizada, una visión de sí mismo, avalada por un alto nivel de realización artística.

2. José Martí: poeta y revolucionario.

     El “yo” idealista y rebelde de José Martí se enfrenta, mediante los Versos sencillos a la situación de un país dominado. En ellos Martí expresa el nacimiento de un compromiso por la independencia nacional basada en la libertad y la justicia social aunque pueda entrañar el fracaso de la lucha y sólo alcance a reparar simbólicamente la separación de la patria. En sus versos demuestra claramente su afán de libertad:
del aire fresco del monte.
Yo sé de Egipto y Nigricia,
y de Persia y Xenophonte;
y prefiero la caricia
Yo sé de las historias viejas
del hombre y de sus rencillas;
y prefiero las abejas
volando en las campanillas.
(Versos sencillos)

    Las preferencias, las impresiones, los deseos y los sueños de la experiencia vivida son recuperados y transferidos al canto y evocados en una temporalidad compleja, que también transforma y funde o altera las distancias.
     José Martí imprime a sus versos una vida propia, con cuya voz se alza la lucha por la libertad como si fuera un estandarte. Los versos no dejan de ser voces de angustia procedentes del pasado que se rebelan contra el orden establecido:
Yo he visto al águila herida
volar al azul sereno,
y morir en su guarida
la víbora del veneno.

      El “águila herida” es el país dominado que se enfrenta a la “víbora”, es decir, al sistema establecido en Cuba.
       En los Versos sencillos, la literatura se une con un canto a la libertad y a la Justicia. La revolución no solamente se daba en la realidad, sino también en el papel, a través de los recuerdos, sentimientos y deseos de José Martí.

3. Afán renovador en la poesía de José Martí.

         En la expresión de su teoría alternan los motivos negativos y positivos. José Martí rechazó toda manifestación académica, todas las «cintas retóricos» que ahogaban la libre expresión artística y la obligaban a verterse en moldes prehechos y rígidos. De los poetas académicos de su era, censuró la concepción de la lengua como adorno del pensamiento y el correspondiente empleo de tropos en función puramente traslaticia y representativa. Fueron objeto de su afán renovador la métrica y la rima tradicionales; excluyó de su «estrofa nueva», de su poética natural las formas métricas incapaces de exteriorizar el timbre original de su poesía: los tercetos, «la octava estrecha» y los «remilgados serventesios». Y en cuanto a la rima aconsejaba no forzarla a obedecer al pensamiento. La poesía para Martí, como para Silva, era sagrada. Repetidas veces insistió sobre la necesidad de «mimar» la inspiración y aseveró que el poeta no debía expresar nimiedades sino «lo muy profundo, lo muy amargo, lo muy delicado, lo muy tierno». Aun en su periodo de más fervorosa actividad revolucionaria -en 1893- cuando había sacrificado todo por la redención de Cuba, e intentado la estrangulación del artista en sí, pudo escribir este pensamiento de filiación estética: «No se ha de decir lo raro sino el instante raro de la emoción noble y graciosa». Este alto concepto de la escritura explica el rechazo de la literatura de su época. Pero siempre aspiró a ser equilibrado. La rima, que despreciaba cuando era ñoña, la elogiaba siempre que representaba un elemento artístico con función estilística. En el fondo buscaba una expresión integral, una correspondencia de ritmo, rima y métrica.
Los versos octosílabos, de raíz popular de los Versos sencillos representan un retorno en la evolución de los versos de José Martí a la métrica tradicional, un retorno en consonancia con la creación poética subjetiva en que la novedad y las actualizaciones del pasado se funden. En la obra de Martí es muy importante el concepto armónico dentro de la revolución literaria que él inició junto a otros artistas.

4. Los Versos sencillos; una forma de expresión.

      El ideal utópico fue asumido por José Martí como un compromiso vital, cuyo anhelo de concreción lo llevó a servirse de las armas y las letras, para intentar el logro de la autonomía política y cultural de los pueblos americanos. Este anhelo otorga a su obra plena vigencia y actualidad, en la medida en que expresa los conflictos fundamentales de la identidad cultural de América, plasmados en un universo poético en el cual se conjugan lo popular y lo culto, la oralidad y la escritura, en un mensaje caracterizado por una esencial sencillez y claridad.
       El rechazo de la confesión romántica no diluye la tensión autobiográfica en la poesía de José Martí. El prólogo a Versos sencillos nos habla de la “angustia”, la “agonía” ante el peligro que los Estados Unidos significaban para Cuba y «la patria hispanoamericana.» Si bien es verdad que en los Versos sencillos no aparece de forma explícita el problema político específico de Cuba, hay que decir que José Martí nos lo presenta de forma velada. Solamente una lectura atenta permite al lector captar la autobiografía que posibilita la expansión de vínculos con frecuencia enigmáticos entre el sujeto y el mundo, entre los pasados y el presente, a partir de escenas que el lector recibe como surgidas de una historia individual, pero que se presentan reacias a la expresión de lo vivido. Estos episodios funcionan como testimonios que fundamentan la reflexión, pero sus significados están sujetos a valoraciones ligadas a las múltiples interrelaciones entre todos los poemas. Las etapas, los momentos vitales se condensan en la simultaneidad del presente, tiempo verbal que se impone en la mayoría de los poemas. La modulación de las distancias temporales, de la relación yo/él, se conjuga con el recurso de los modos verbales. El modo indicativo, sólido y rotundo, vertebra los Versos sencillos.

5. La simbología en los Versos sencillos.

       Otro eje vetebrador en los Versos sencillos es la simbología. José Martí utiliza símbolos para referirse a sus vivencias. A través de paisajes y personajes ficticios, la imaginería martiana se hace eco de la realidad que atenaza a un país que se marchita y envejece a pasar de la esperanza naciente de la libertad:
XIV
Yo no puedo olvidar nunca
la mañanita de otoño,
en que le salió un retoño
a la pobre rama trunca.
La mañanita en que, en vano,
junto a la estufa apagada
una niña enamorada
le tendió al viejo la mano.
    Un ejemplo para la interpretación de las significaciones, sobre todo desde la perspectiva autobiográfica es “La niña de Guatemala”:
IX
Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.
Eran de lirios los ramos,
y las orlas de reseda
y de jazmín: la enterramos
en una caja de seda.
...Ella dio al desmemoriado
una almohadilla de olor:
Él volvió, volvió casado:
ella se murió de amor.

       En esta estetización de la muerte en el marco de la poesía latinoamericana hallamos el tópico de la tumba. En “la niña de Guatemala” confluye la temporalidad compleja del recuerdo y de la asunción del protagonismo del sujeto, supeditadas al sentimiento de culpa. “La niña de Guatemala” parece asumir simbólicamente, con su muerte ante el abandono, el impulso de muerte que enuncia los poemas a raíz de su propia frustración amorosa. Como podemos ver, tanto política como autobiografía tienen cabida en los Versos sencillos. Los recuerdos, las vivencias, los sueños y los deseos toman forma en el libro, y se alzan con una sola voz: la del poeta. Se expanden vínculos y redes muy fuertes cuyos cambios bruscos de tema resuenan no sólo de poema a poema, sino en el interior de muchos de ellos. La búsqueda de sentido transmuta y trasciende los avatares de la biografía. En los Versos sencillos la búsqueda de sentido transmuta y trasciende los avatares de la biografía. La poesía entraña en ellos una serie de vínculos entre el sujeto y la naturaleza, entre el ser y el universo, entre vida y muerte. Todos estos vínculos interactúan entre sí para desentrañar la voz de José Martí.
       Versos sencillos es un libro unitario, fuertemente estructurado como tal, no solo por las relaciones de continuidad o por las temáticas, sino también por los efectos de simetría y contrapunto que lo atraviesan en muy distintos niveles, así como los cambios estróficos, las repeticiones, las oposiciones y las diversas recurrencias. El libro lleva al extremo el recurso a un léxico simple y a una adjetivación austera, concentrándose en las posibilidades de la sintaxis y la sonoridad. Busca una musicalidad que surge de la repetición, extendida a un verso o a un grupo de versos, de los juegos sonoros en el interior del verso. La compenetración del sujeto con el pasado y el futuro se nutre de la experiencia concreta, material corporal con el universo:
Duermo en mi cama de roca
mi sueño dulce y profundo:
roza una abeja mi boca
y crece en mi cuerpo el mundo.

    El léxico austero tiene la singularidad de vincular experiencias y percepciones porque se utiliza la misma palabra: las metáforas que provienen de una misma palabra abren redes significativas similares a otras.
   El gusto por la sencillez se traduce, en definitiva, en una poesía llana, no afectada, ni retórica. Lo confiesa cuando explica en el Prólogo de sus Versos sencillos: «Se imprimen porque amo la sencillez y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras», así mismo lo expresa en el poema I:
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
También apunta esta idea en el poema V:
Mi verso al valiente agrada,
mi verso, breve y sincero,
es del vigor del acero
con que se funde la espada.
     Para Martí, la obra de arte será duradera si se hace sobre el conocimiento y la captación de los problemas y rumbos de la sociedad. La poesía debía tener una clara función social y caminar de acuerdo a esa comunidad. Muchas veces debía marcarle caminos y abrirle rumbos. Comprobamos en estos versos que para Martí, amor y justicia son más eficaces que el odio y por ser dialécticos son más contundentes. Aquí está el sustento de su idea conductora para la república: el amor y la unión tienen que tener andadura de equidad social. Su poética está arraigada en las necesidades mismas del pueblo que la inspira. Una poesía natural y llana, basada en las cosas naturales, para ser comprendida para el pueblo a que se dirige: «Con los pobres de mi tierra/ yo quiero mi suerte echar». Esta actitud contrasta con la asumida por muchos de sus contemporáneos empeñados en algo que los enajenaba de su mundo y que tuvo mucha ascendencia en el modernismo: la evasión. En cambio Martí no elude el contexto histórico. En su escritura la búsqueda de identidad, el rescate de valores nacionales y el descubrimiento de aristas socioculturales posibilitan un nuevo cauce a la formulación literaria, identifican un proyecto renovador. En los versos de Martí se refleja su angustia por Cuba, que estaba sometida a los españoles. Por todos sus versos se ve el canto a los hechos de su tiempo. Por reflejar el momento histórico han de ser por su mismo objeto, fuertes, vigorosos, briosos, enérgicos, para que sean duraderos y así puedan leer en ellos los hombres del futuro:
Mi verso es como un puñal
que por el puño hecha flor:
Mi verso es como un surtidor
que da un agua de coral.

     Esta poesía combativa es comparada con un puñal que da una flor y con un surtidor del que fluye agua roja. El puñal se enlaza metafóricamente con la idea de lucha, en tanto que la flor se vincula con el verso por su hermosura y su desinterés. El agua de coral se relaciona con el sufrimiento del cubano, con el dolor del hombre eternamente desterrado. Sin embargo, también puede relacionarse con la sangre que emana de la lucha.

6. La actitud de José Martí ante la mujer en los Versos sencillos
.
      Las imágenes femeninas , disfrazadas en la irrealidad del mundo de las Fiestas galanes, de Verlaine, o los trazos de los pintores pre-rafaelistas, particularmente definidos en los cuadros de Dante Gabriel Rosetti, fueron tomados por Martí con sobriedad y cautela, en virtud de su fidelidad a las costumbres de la sociedad
       latinoamericana. Por un lado, la mujer representativa de la tradición y el pasado latinoamericano, fundamentalmente hembra, simbólicamente tierra y germinación, garantía del futuro potencial de la humanidad: la Madre Tierra. Por otro lado, la mujer norteamericana de las clases media y alta, independizada de las tareas domésticas, con nuevo tiempo para el ocio, la calle y las seducciones de una moda que comenzaba a liberar su erotismo, amenazando la fidelidad y la estabilidad conyugales. En una situación diferente, la mujer norteamericana de las clases bajas, con rasgos intermedios entre ambas y una participación definida en la política como compañera, hermana, hija o amiga del hombre al que se encontraba unida por vínculos de afecto. Martí las observó críticamente por la agresividad de sus conductas, en algunos casos les puso nombre propio. En sus cartas a Carmita y María Mantilla trazó el perfil de un nuevo tipo de mujer, capaz de lograr su autonomía a través del trabajo intelectual, la lectura y la traducción literaria. La actitud de José Martí ante la mujer, como podemos observar, es opuesta a la que toman Baudelaire y Verlaine: la belleza, para Martí, debe ser interior, no comparte sus ideas con respecto al amor hacia la hermosura externa. Así se refleja en su poema XIX:

Por tus ojos encendidos
y lo mal puesto de un broche,
pensé que estuviste anoche
jugando a juegos prohibidos.
Te odié por vil y alevosa:
te odié con odio de muerte:
náusea me daba de verte
tan villana y hermosa.
Y por la esquela que vi
sin saber cómo ni cuando,
sé que estuviste llorando
toda la noche por mí.

          Para Baudelaire la mujer puede ser animal o ángel. La imagen que el poeta tiene de la mujer guarda una relación íntima con un desgarramiento: el del drama del hombre. Un drama de grandes proporciones que germina y se desarrolla en la extrema y dolorosa complejidad de su alma. Juego de fortalezas y debilidades, de sumisiones y rebeldías, de excesos que provocan enfermedades, de placeres que despiertan inexorables castigos. La naturaleza en estado puro animaliza a la mujer, que arrastra al hombre al abismo de brutalidad, ahoga su inteligencia y sus ansias de elevación. La tendencia irresistible a la mujer que es objeto de voluptuosidades constituye una manifestación del hombre a ese mal que le priva de voluntad, que anula todo posible esfuerzo. Esta visión de la mujer en Baudelaire le ofreció a Verlaine peculiares aspectos de enjuiciar a la mujer. Verlaine, por su parte añadió otros: las manos femeninas, las manos pálidas, serán también tema poético, frecuentemente en él. Los ojos, la boca, los vestidos, así como la lujuria, el abandono en el amante, el mundo interior de la mujer son tratados por Verlaine de manera particular. La idealización de la mujer es un tema tratado por todos los poetas modernistas. José Martí nos presenta el mundo interior de la mujer.

7. Música y color en Versos sencillos.

        El Art Poétique de Verlaine se tomó como un manifiesto simbolista y un ataque contra la escuela parnasiana, como han observado algunos críticos, no responde más que a un momento de su vida poética.
        El verso inicial del Arte poética, «De la musique avant toute chose», no siempre fue comprendido en el sentido que le dio Verlaine. Lo que Verlaine dice en este verso es que el poeta no se obsesione, sino que se despreocupe del sentido preciso, estricto de la palabra para abandonarse a su valor musical. La música es sugeridora, crea por sí estados poéticos espirituales. Hay que huir de los versos poco melódicos y por eso aconseja el verso impar, ya que rompe la cadencia, es más difuminado y más soluble en el aire, y, en él, «nada pesa ni posa», es decir, al ser más ligero tiene más musicalidad.
       José Martí afirma en un artículo a propósito del Art Poétique de Verlaine del 29 de agosto de 1875 insertado en el ensayo Conciencia y voluntad de estilo en Martí (1875-1880), de Manuel Pedro González:

La música es más bella que la poesía porque las notas son menos limitadas que las rimas: la nota tiene el sonido, y el eco grave, y el eco lánguido que se pierde en el espacio: el verso es uno, es seco, es solo: alma comprimida -forma implacable- ritmo tenacísimo.
    Y añade en seguida este postulado de limpios tonos simbolistas: «La poesía es lo vago; es más bello lo que de ella se aspira que lo que ella es en sí.» De otras varias instancias similares, no puede eludirse la siguiente, de una página del 29 de diciembre de ese mismo año:
     El color tiene más cambiantes que la palabra, así como en la gradación de las expresiones de la belleza, el sonido tiene más variantes que el color. Como la belleza es la conformidad del espíritu con todo lo indescifrable, lo exquisito, lo inmedible y lo vago, lo bello se expresa mejor en tanto que tiene más extensión en que expresarse, menos trabas para producirse, más medios con que reflejar la abstracta necesidad, la mórbida concepción, las combinaciones tempestuosas o apacibles de esta presunción de lo venidero, religión de la sociedad, propio hogar del hombre, que llaman caprichosa fantasía.
      Una de las aportaciones más importantes de Verlaine a los modernistas es la simbología y el valor de los colores. Jacques - Henry Bornecque nos da un análisis del valor que tienen los colores y sus símbolos en la poesía de Verlaine. También los colores sirven para el alma y las cosas y estos son los colores de medias tintas disimuladas o inquietantes; las cañas, la onda y el instante son pálidos, lo mismo que la frente o el rostro; bosque, follaje, aire, tapia, corazón, son asimilados por el mismo amarillo otoñal de triste presagio, porque nada separa si no artificialmente la vida de las cosas de la del hombre.
     Para Verlaine, físicamente sensible a la influencia benéfica o deprimente de los colores, cada uno representa una cierta temperatura, un cierto valor afectivo: al rojo, color clásico del cielo en el atardecer, añade por su parte una significación de cruel presagio, clara o vaga, en las cosas y en los seres.

En el lenguaje simbólico de los colores empleado por Verlaine hay algunos usados de una forma tradicional: blanco, pureza, rojo como simple color y con frecuencia vicio. Es al color gris al que le da un nuevo valor simbólico y al que eleva a una categoría poética y humana que no tuvo antes. Ya sabemos que en su Art Poétique manifiesta preferencia definida por la temblorosa media luz, luz crepuscular, C'est le grand jour tremblant de midi, la única posibilidad de unir o fundir lo Indeciso con lo Preciso y sólo así se puede conseguir la canción gris. Gris se enriquece de contenido y se convierte en color y símbolo preferido para los modernistas. Una de las características más señaladas de la poesía modernista fue la nueva adjetivación que rechazó casi por completo la que se usaba antes de ellos. Ervin K. Mapes señala que de los simbolistas, de Mallarmé y de Verlaine, toma Rubén Darío ese procedimiento expresivo, frecuente en el poema americano, del lenguaje “degagé”, suelto o escueto sintácticamente: colocar uno al lado del otro los elementos sintácticos sin nexos o partículas que los unan y sólo relacionados por el pensamiento. Esta técnica también fue asumida por José Martí. En sus Versos sencillos el color que predomina es el azul -donde se ve claramente la influencia de Rubén Darío- y el resto de colores surge de combinaciones de elementos pictóricos, junto a la musicalidad. El verso VII es un claro ejemplo:

Para Aragón, en España,
tengo yo en mi corazón

un lugar todo Aragón,
franco, fiero, fiel, sin saña.
Si quiere un tonto saber
por qué lo tengo, le digo
que allí tuve un buen amigo,
que allí quise a una mujer.
Allá, en la vega florida,
la de la heroica defensa,
por mantener lo que piensa
juega la gente la vida.
Y si un alcalde lo aprieta
O lo enoja un rey cazurro,
calza la manta el baturro
y muere con su escopeta.
Quiero a la tierra amarilla
que baña el Ebro lodoso:
quiero el Pilar azuloso
de Lanuza y de Padilla.
Estimo a quien de un revés
echa por tierra a un tirano:
lo estimo, si es un cubano;
lo estimo, si es aragonés.
Amo los patios sombríos
con escaleras bordadas
Amo las naves calladas
y los conventos vacíos.
Amo la tierra florida,
musulmana o española,
donde rompió su corola
la poca flor de mi vida.

    El ritmo, la rima y las aliteraciones producen una musicalidad en el poema. Este lenguaje suelto, esta asociación de ideas y pensamientos son una herencia directa pero también una renovación de la simbología modernista.

CONCLUSIÓN

    La apoteosis de José Martí como patriota y como figura político-social ha sido equilibrado por una valoración igualmente laudatoria de su producción artística. Martí anhelaba una América hispánica democrática y autónoma, en la que Cuba asumiría la condición de un Estado constitucional y gobernado por sí mismo. A este fin dirigió José Martí sus energías, sacrificando su dicha personal, su comodidad y su provecho, a lo que él consideraba un llamamiento del destino. La veta heroica de su vida estaba impregnada de un excesivo sentimiento de amor universal. La pesada carga de su misión, los obstáculos insuperables en su camino rara vez originaron quejas sobre sí mismo.
     Su pensamiento y su ideología están dirigidas con una maestría soberbia hacia su obra lírica. En Versos sencillos hemos estudiado la relación entre la literatura y la revolución, así como algunos elementos de su vida.
   Versos sencillos es una obra que emana del corazón, de la sinceridad del poeta frente al papel. Sus versos nacen de su propia vivencia para servir a su misma realidad, y a la realidad de Cuba. Son tres realidades convergentes en una sola: la realidad del problema de Cuba.
    El ritmo, la métrica, la combinación de colores y la musicalidad son los elementos que utiliza José Martí en sus Versos sencillos. Es una obra donde la voz del poeta se deja oir con enorme brillantez, dando al modernismo un giro innovador.

VLADIMIR ACOSTA: SIN MEMORIA HISTÓRICA, CUALQUIERA PUEDE HACER CON NOSOTROS LO QUE QUIERA


Aseguró el profesor Acosta que “ninguna revolución verdadera comienza con éxitos y que el triunfo viene con el valor, la organización, la consecuencia y el deseo de seguir luchando


El historiador Vladimir Acosta disertó sobre los hechos que condujeron al Libertador al exilio en Cartagena luego de que en 1812 se pierde la primera República a causa de la desorganización y mezquindades de la oligarquía criolla.
Explicó a los presentes que “sin memoria histórica cualquiera puede hacer con nosotros lo que quiera”, y de allí la necesidad de permanecer en estudio constante de la historia para no repetir los errores del pasado.

"Bolívar planetó que no se puede hacer una Revolución sin unidad de principio, ni unidad de mando"

“Nosotros, herederos de Bolívar, herederos de esa lucha, estamos obligados a continuarla, estamos obligados a profundizarla y superando errores, estamos obligados a llevarla hacia adelante”, declaró Acosta.
En su análisis, el profesor Acosta explicó en detalle cómo los patriotas de la época aún no comprendían la necesidad de construir una república, incorporando a todos los sectores, para aquel entonces compuesto por los blancos criollos, pardos, negros esclavos e indígenas, quienes permanecían al margen de cualquier lucha independentista y en muchos casos negaban la independencia.
Acosta señala como un error el hecho de que el Libertador haya omitido su responsabilidad sobre los acontecimientos que llevaron a la caída de la Primera República, y critica que el Padre de la Patria haya acusado a Francisco de Miranda de ser el responsable del fracaso.
Aseguró el  profesor Acosta que “ninguna revolución verdadera comienza con éxitos. Las revoluciones verdaderas comienzan con cárceles, con muerte, con golpes”.
Sostuvo que “lo que hace que las revoluciones triunfen son el valor, la organización, la consecuencia y seguir luchando para lograr los triunfos que se necesitan”.