LOS
VERSOS SENCILLOS DE JOSE MARTI
José Martí como figura literaria y José Martí
como hombre, difícilmente puede ser considerado como entidades separadas. Pocos
caudillos cívicos hispanoamericanos pueden ostentar tan desinteresada
consagración al perfeccionamiento de la humanidad. Su devoción a la
independencia y libertad de Cuba fue enorme, pero la situación de su país no
fue el único objeto de sus preocupaciones: Martí anhelaba una América hispánica
democrática y autónoma en la que Cuba asumiría la condición de un Estado
constitucional y gobernado por sí mismo. Esta visión esencialmente idealista,
unida a la concepción, a veces romántica, de la libertad y perfectibilidad
humanas se reflejan en una simbología de orientación tan idealista como su visión
del universo, por eso, en su estilo y su ideología coexisten en una relación
entrañable e inseparable los valores estéticos y los de magisterio social. El
estilo de la modernidad es, en Martí, ideológico, emocional y artístico. Su
idea de libertad iba más allá de la realidad cubana: era libertad en sus
versos, en sus composiciones. Era una libertad que anhelaba, que buscaba
constantemente desde lo más profundo de su ser: «amo la sencillez, y creo en la
necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras.»
Las innovaciones martianas asombraron y
disgustaron en un principio; defendió un arte avasallador, emotivo, cromático y
musical: «...hacer llorar, sollozar, increpar, castigar, crujir la lengua,
domada por el pesamiento, como la silla cuando la monta el jinete; eso entiendo
yo por escribir. -No tocar una cuerda, sino todas las cuerdas- No sobresalir en
la pintura de una emoción, sino en el arte de despertarlas todas-.» Pero lo que
más distingue a Martí, y a la vez, lo diferencia de otros modernistas es la
dimensión ideológica de su obra en prosa y en verso. Martí no fue un filósofo
sistemático, pero sí un pensador, y un hombre de profunda comprensión y
compasión humanas. En los Versos sencillos, José Martí plasma la realidad de
vivencias complejas que se insertan en un espacio poético con un lenguaje
metafórico rico en símbolos y en forma.
1.
José Martí y su relación con el modernismo.
El modernismo, concebido como la etapa
inicial de una época de crisis, ostenta sus primeros síntomas en Hispanoamérica
a partir de 1875 no sólo en el terreno de la literatura sino en el de la
filosofía, la ideología, la organización social y la religión. Era de
transformaciones vertiginosas, de complejas tendencias heterogéneas y
anárquicas, el modernismo se caracteriza al principio por el rechazo de normas
y tradiciones consagradas. Su génesis inaugura una nueva sensibilidad, un
estilo innovador de pensar y de crear del mundo moderno, que confluyen en una
serie de cambios que se manifestaron en el arte, la ciencia, la religión, la
política y gradualmente en los demás aspectos de la vida entera con todos los
caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio histórico cuyo proceso es de
alteraciones y mudanzas.
Junto con otros artistas como Gutiérrez
Nájera, Díaz Mirón, Silva, Casal y Rubén Darío; José Martí dio forma y sentido
a un mundo que experimentaba el desarraigo de un periodo de cambios. La voz de
Martí ocupa un lugar muy importante no solamente en la literatura sino también
en la política: desde un principio, Martí plantea la literatura como un
instrumento para forjar la nacionalidad, y ofrece una lectura desautomatizada,
una visión de sí mismo, avalada por un alto nivel de realización artística.
2.
José Martí: poeta y revolucionario.
El “yo” idealista y rebelde de José Martí
se enfrenta, mediante los Versos sencillos a la situación de un país dominado.
En ellos Martí expresa el nacimiento de un compromiso por la independencia
nacional basada en la libertad y la justicia social aunque pueda entrañar el
fracaso de la lucha y sólo alcance a reparar simbólicamente la separación de la
patria. En sus versos demuestra claramente su afán de libertad:
del
aire fresco del monte.
Yo
sé de Egipto y Nigricia,
y de
Persia y Xenophonte;
y
prefiero la caricia
Yo sé
de las historias viejas
del
hombre y de sus rencillas;
y
prefiero las abejas
volando
en las campanillas.
(Versos
sencillos)
Las preferencias, las impresiones, los
deseos y los sueños de la experiencia vivida son recuperados y transferidos al
canto y evocados en una temporalidad compleja, que también transforma y funde o
altera las distancias.
José Martí imprime a sus versos una vida
propia, con cuya voz se alza la lucha por la libertad como si fuera un
estandarte. Los versos no dejan de ser voces de angustia procedentes del pasado
que se rebelan contra el orden establecido:
Yo
he visto al águila herida
volar
al azul sereno,
y
morir en su guarida
la
víbora del veneno.
El “águila herida” es el país dominado
que se enfrenta a la “víbora”, es decir, al sistema establecido en Cuba.
En los Versos sencillos, la literatura
se une con un canto a la libertad y a la Justicia. La revolución no solamente
se daba en la realidad, sino también en el papel, a través de los recuerdos,
sentimientos y deseos de José Martí.
3.
Afán renovador en la poesía de José Martí.
En la expresión de su teoría alternan
los motivos negativos y positivos. José Martí rechazó toda manifestación
académica, todas las «cintas retóricos» que ahogaban la libre expresión
artística y la obligaban a verterse en moldes prehechos y rígidos. De los
poetas académicos de su era, censuró la concepción de la lengua como adorno del
pensamiento y el correspondiente empleo de tropos en función puramente
traslaticia y representativa. Fueron objeto de su afán renovador la métrica y
la rima tradicionales; excluyó de su «estrofa nueva», de su poética natural las
formas métricas incapaces de exteriorizar el timbre original de su poesía: los
tercetos, «la octava estrecha» y los «remilgados serventesios». Y en cuanto a
la rima aconsejaba no forzarla a obedecer al pensamiento. La poesía para Martí,
como para Silva, era sagrada. Repetidas veces insistió sobre la necesidad de
«mimar» la inspiración y aseveró que el poeta no debía expresar nimiedades sino
«lo muy profundo, lo muy amargo, lo muy delicado, lo muy tierno». Aun en su
periodo de más fervorosa actividad revolucionaria -en 1893- cuando había
sacrificado todo por la redención de Cuba, e intentado la estrangulación del
artista en sí, pudo escribir este pensamiento de filiación estética: «No se ha
de decir lo raro sino el instante raro de la emoción noble y graciosa». Este
alto concepto de la escritura explica el rechazo de la literatura de su época.
Pero siempre aspiró a ser equilibrado. La rima, que despreciaba cuando era
ñoña, la elogiaba siempre que representaba un elemento artístico con función
estilística. En el fondo buscaba una expresión integral, una correspondencia de
ritmo, rima y métrica.
Los versos octosílabos, de
raíz popular de los Versos sencillos representan un retorno en la evolución de
los versos de José Martí a la métrica tradicional, un retorno en consonancia
con la creación poética subjetiva en que la novedad y las actualizaciones del
pasado se funden. En la obra de Martí es muy importante el concepto armónico
dentro de la revolución literaria que él inició junto a otros artistas.
4.
Los Versos sencillos; una forma de expresión.
El ideal utópico fue asumido por José
Martí como un compromiso vital, cuyo anhelo de concreción lo llevó a servirse
de las armas y las letras, para intentar el logro de la autonomía política y
cultural de los pueblos americanos. Este anhelo otorga a su obra plena vigencia
y actualidad, en la medida en que expresa los conflictos fundamentales de la
identidad cultural de América, plasmados en un universo poético en el cual se
conjugan lo popular y lo culto, la oralidad y la escritura, en un mensaje
caracterizado por una esencial sencillez y claridad.
El rechazo de la confesión romántica no
diluye la tensión autobiográfica en la poesía de José Martí. El prólogo a
Versos sencillos nos habla de la “angustia”, la “agonía” ante el peligro que
los Estados Unidos significaban para Cuba y «la patria hispanoamericana.» Si
bien es verdad que en los Versos sencillos no aparece de forma explícita el
problema político específico de Cuba, hay que decir que José Martí nos lo
presenta de forma velada. Solamente una lectura atenta permite al lector captar
la autobiografía que posibilita la expansión de vínculos con frecuencia
enigmáticos entre el sujeto y el mundo, entre los pasados y el presente, a
partir de escenas que el lector recibe como surgidas de una historia
individual, pero que se presentan reacias a la expresión de lo vivido. Estos
episodios funcionan como testimonios que fundamentan la reflexión, pero sus
significados están sujetos a valoraciones ligadas a las múltiples
interrelaciones entre todos los poemas. Las etapas, los momentos vitales se
condensan en la simultaneidad del presente, tiempo verbal que se impone en la
mayoría de los poemas. La modulación de las distancias temporales, de la
relación yo/él, se conjuga con el recurso de los modos verbales. El modo
indicativo, sólido y rotundo, vertebra los Versos sencillos.
5.
La simbología en los Versos sencillos.
Otro eje vetebrador en los Versos
sencillos es la simbología. José Martí utiliza símbolos para referirse a sus
vivencias. A través de paisajes y personajes ficticios, la imaginería martiana
se hace eco de la realidad que atenaza a un país que se marchita y envejece a
pasar de la esperanza naciente de la libertad:
XIV
Yo
no puedo olvidar nunca
la
mañanita de otoño,
en
que le salió un retoño
a la
pobre rama trunca.
La
mañanita en que, en vano,
junto
a la estufa apagada
una
niña enamorada
le
tendió al viejo la mano.
Un ejemplo para la interpretación de las
significaciones, sobre todo desde la perspectiva autobiográfica es “La niña de
Guatemala”:
IX
Quiero,
a la sombra de un ala,
contar
este cuento en flor:
la
niña de Guatemala,
la
que se murió de amor.
Eran
de lirios los ramos,
y
las orlas de reseda
y de
jazmín: la enterramos
en
una caja de seda.
...Ella
dio al desmemoriado
una
almohadilla de olor:
Él
volvió, volvió casado:
ella
se murió de amor.
En esta estetización de la muerte en el
marco de la poesía latinoamericana hallamos el tópico de la tumba. En “la niña
de Guatemala” confluye la temporalidad compleja del recuerdo y de la asunción
del protagonismo del sujeto, supeditadas al sentimiento de culpa. “La niña de Guatemala”
parece asumir simbólicamente, con su muerte ante el abandono, el impulso de
muerte que enuncia los poemas a raíz de su propia frustración amorosa. Como
podemos ver, tanto política como autobiografía tienen cabida en los Versos
sencillos. Los recuerdos, las vivencias, los sueños y los deseos toman forma en
el libro, y se alzan con una sola voz: la del poeta. Se expanden vínculos y
redes muy fuertes cuyos cambios bruscos de tema resuenan no sólo de poema a
poema, sino en el interior de muchos de ellos. La búsqueda de sentido transmuta
y trasciende los avatares de la biografía. En los Versos sencillos la búsqueda
de sentido transmuta y trasciende los avatares de la biografía. La poesía
entraña en ellos una serie de vínculos entre el sujeto y la naturaleza, entre
el ser y el universo, entre vida y muerte. Todos estos vínculos interactúan
entre sí para desentrañar la voz de José Martí.
Versos sencillos es un libro unitario,
fuertemente estructurado como tal, no solo por las relaciones de continuidad o
por las temáticas, sino también por los efectos de simetría y contrapunto que
lo atraviesan en muy distintos niveles, así como los cambios estróficos, las
repeticiones, las oposiciones y las diversas recurrencias. El libro lleva al
extremo el recurso a un léxico simple y a una adjetivación austera,
concentrándose en las posibilidades de la sintaxis y la sonoridad. Busca una
musicalidad que surge de la repetición, extendida a un verso o a un grupo de
versos, de los juegos sonoros en el interior del verso. La compenetración del
sujeto con el pasado y el futuro se nutre de la experiencia concreta, material
corporal con el universo:
Duermo
en mi cama de roca
mi
sueño dulce y profundo:
roza
una abeja mi boca
y
crece en mi cuerpo el mundo.
El léxico austero tiene la singularidad de
vincular experiencias y percepciones porque se utiliza la misma palabra: las
metáforas que provienen de una misma palabra abren redes significativas
similares a otras.
El gusto por la sencillez se traduce, en
definitiva, en una poesía llana, no afectada, ni retórica. Lo confiesa cuando
explica en el Prólogo de sus Versos sencillos: «Se imprimen porque amo la
sencillez y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y
sinceras», así mismo lo expresa en el poema I:
Yo
soy un hombre sincero
de
donde crece la palma,
y
antes de morirme quiero
echar
mis versos del alma.
También
apunta esta idea en el poema V:
Mi
verso al valiente agrada,
mi
verso, breve y sincero,
es
del vigor del acero
con
que se funde la espada.
Para
Martí, la obra de arte será duradera si se hace sobre el conocimiento y la
captación de los problemas y rumbos de la sociedad. La poesía debía tener una
clara función social y caminar de acuerdo a esa comunidad. Muchas veces debía
marcarle caminos y abrirle rumbos. Comprobamos en estos versos que para Martí,
amor y justicia son más eficaces que el odio y por ser dialécticos son más
contundentes. Aquí está el sustento de su idea conductora para la república: el
amor y la unión tienen que tener andadura de equidad social. Su poética está
arraigada en las necesidades mismas del pueblo que la inspira. Una poesía
natural y llana, basada en las cosas naturales, para ser comprendida para el
pueblo a que se dirige: «Con los pobres de mi tierra/ yo quiero mi suerte
echar». Esta actitud contrasta con la asumida por muchos de sus contemporáneos
empeñados en algo que los enajenaba de su mundo y que tuvo mucha ascendencia en
el modernismo: la evasión. En cambio Martí no elude el contexto histórico. En
su escritura la búsqueda de identidad, el rescate de valores nacionales y el
descubrimiento de aristas socioculturales posibilitan un nuevo cauce a la
formulación literaria, identifican un proyecto renovador. En los versos de
Martí se refleja su angustia por Cuba, que estaba sometida a los españoles. Por
todos sus versos se ve el canto a los hechos de su tiempo. Por reflejar el
momento histórico han de ser por su mismo objeto, fuertes, vigorosos, briosos,
enérgicos, para que sean duraderos y así puedan leer en ellos los hombres del
futuro:
Mi
verso es como un puñal
que
por el puño hecha flor:
Mi
verso es como un surtidor
que
da un agua de coral.
Esta poesía combativa es comparada con un
puñal que da una flor y con un surtidor del que fluye agua roja. El puñal se enlaza
metafóricamente con la idea de lucha, en tanto que la flor se vincula con el
verso por su hermosura y su desinterés. El agua de coral se relaciona con el
sufrimiento del cubano, con el dolor del hombre eternamente desterrado. Sin
embargo, también puede relacionarse con la sangre que emana de la lucha.
6.
La actitud de José Martí ante la mujer en los Versos sencillos
.
Las imágenes femeninas , disfrazadas en
la irrealidad del mundo de las Fiestas galanes, de Verlaine, o los trazos de
los pintores pre-rafaelistas, particularmente definidos en los cuadros de Dante
Gabriel Rosetti, fueron tomados por Martí con sobriedad y cautela, en virtud de
su fidelidad a las costumbres de la sociedad
latinoamericana. Por un lado, la mujer
representativa de la tradición y el pasado latinoamericano, fundamentalmente
hembra, simbólicamente tierra y germinación, garantía del futuro potencial de
la humanidad: la Madre Tierra. Por otro lado, la mujer norteamericana de las
clases media y alta, independizada de las tareas domésticas, con nuevo tiempo
para el ocio, la calle y las seducciones de una moda que comenzaba a liberar su
erotismo, amenazando la fidelidad y la estabilidad conyugales. En una situación
diferente, la mujer norteamericana de las clases bajas, con rasgos intermedios
entre ambas y una participación definida en la política como compañera,
hermana, hija o amiga del hombre al que se encontraba unida por vínculos de
afecto. Martí las observó críticamente por la agresividad de sus conductas, en
algunos casos les puso nombre propio. En sus cartas a Carmita y María Mantilla
trazó el perfil de un nuevo tipo de mujer, capaz de lograr su autonomía a
través del trabajo intelectual, la lectura y la traducción literaria. La
actitud de José Martí ante la mujer, como podemos observar, es opuesta a la que
toman Baudelaire y Verlaine: la belleza, para Martí, debe ser interior, no
comparte sus ideas con respecto al amor hacia la hermosura externa. Así se
refleja en su poema XIX:
Por
tus ojos encendidos
y lo
mal puesto de un broche,
pensé
que estuviste anoche
jugando
a juegos prohibidos.
Te
odié por vil y alevosa:
te
odié con odio de muerte:
náusea
me daba de verte
tan
villana y hermosa.
Y
por la esquela que vi
sin
saber cómo ni cuando,
sé
que estuviste llorando
toda
la noche por mí.
Para Baudelaire la mujer puede ser
animal o ángel. La imagen que el poeta tiene de la mujer guarda una relación
íntima con un desgarramiento: el del drama del hombre. Un drama de grandes
proporciones que germina y se desarrolla en la extrema y dolorosa complejidad
de su alma. Juego de fortalezas y debilidades, de sumisiones y rebeldías, de
excesos que provocan enfermedades, de placeres que despiertan inexorables
castigos. La naturaleza en estado puro animaliza a la mujer, que arrastra al
hombre al abismo de brutalidad, ahoga su inteligencia y sus ansias de
elevación. La tendencia irresistible a la mujer que es objeto de
voluptuosidades constituye una manifestación del hombre a ese mal que le priva
de voluntad, que anula todo posible esfuerzo. Esta visión de la mujer en
Baudelaire le ofreció a Verlaine peculiares aspectos de enjuiciar a la mujer.
Verlaine, por su parte añadió otros: las manos femeninas, las manos pálidas,
serán también tema poético, frecuentemente en él. Los ojos, la boca, los
vestidos, así como la lujuria, el abandono en el amante, el mundo interior de
la mujer son tratados por Verlaine de manera particular. La idealización de la
mujer es un tema tratado por todos los poetas modernistas. José Martí nos
presenta el mundo interior de la mujer.
7.
Música y color en Versos sencillos.
El Art Poétique de Verlaine se tomó
como un manifiesto simbolista y un ataque contra la escuela parnasiana, como
han observado algunos críticos, no responde más que a un momento de su vida
poética.
El verso inicial del Arte poética, «De
la musique avant toute chose», no siempre fue comprendido en el sentido que le
dio Verlaine. Lo que Verlaine dice en este verso es que el poeta no se
obsesione, sino que se despreocupe del sentido preciso, estricto de la palabra
para abandonarse a su valor musical. La música es sugeridora, crea por sí
estados poéticos espirituales. Hay que huir de los versos poco melódicos y por
eso aconseja el verso impar, ya que rompe la cadencia, es más difuminado y más
soluble en el aire, y, en él, «nada pesa ni posa», es decir, al ser más ligero
tiene más musicalidad.
José Martí afirma en un artículo a
propósito del Art Poétique de Verlaine del 29 de agosto de 1875 insertado en el
ensayo Conciencia y voluntad de estilo en Martí (1875-1880), de Manuel Pedro
González:
La música es más bella que
la poesía porque las notas son menos limitadas que las rimas: la nota tiene el
sonido, y el eco grave, y el eco lánguido que se pierde en el espacio: el verso
es uno, es seco, es solo: alma comprimida -forma implacable- ritmo tenacísimo.
Y añade en seguida este postulado de
limpios tonos simbolistas: «La poesía es lo vago; es más bello lo que de ella
se aspira que lo que ella es en sí.» De otras varias instancias similares, no
puede eludirse la siguiente, de una página del 29 de diciembre de ese mismo
año:
El color tiene más cambiantes que la
palabra, así como en la gradación de las expresiones de la belleza, el sonido
tiene más variantes que el color. Como la belleza es la conformidad del
espíritu con todo lo indescifrable, lo exquisito, lo inmedible y lo vago, lo
bello se expresa mejor en tanto que tiene más extensión en que expresarse,
menos trabas para producirse, más medios con que reflejar la abstracta
necesidad, la mórbida concepción, las combinaciones tempestuosas o apacibles de
esta presunción de lo venidero, religión de la sociedad, propio hogar del
hombre, que llaman caprichosa fantasía.
Una de las aportaciones más importantes
de Verlaine a los modernistas es la simbología y el valor de los colores.
Jacques - Henry Bornecque nos da un análisis del valor que tienen los colores y
sus símbolos en la poesía de Verlaine. También los colores sirven para el alma
y las cosas y estos son los colores de medias tintas disimuladas o
inquietantes; las cañas, la onda y el instante son pálidos, lo mismo que la
frente o el rostro; bosque, follaje, aire, tapia, corazón, son asimilados por
el mismo amarillo otoñal de triste presagio, porque nada separa si no
artificialmente la vida de las cosas de la del hombre.
Para Verlaine, físicamente sensible a la
influencia benéfica o deprimente de los colores, cada uno representa una cierta
temperatura, un cierto valor afectivo: al rojo, color clásico del cielo en el
atardecer, añade por su parte una significación de cruel presagio, clara o
vaga, en las cosas y en los seres.
En el lenguaje simbólico de
los colores empleado por Verlaine hay algunos usados de una forma tradicional:
blanco, pureza, rojo como simple color y con frecuencia vicio. Es al color gris
al que le da un nuevo valor simbólico y al que eleva a una categoría poética y
humana que no tuvo antes. Ya sabemos que en su Art Poétique manifiesta
preferencia definida por la temblorosa media luz, luz crepuscular, C'est le
grand jour tremblant de midi, la única posibilidad de unir o fundir lo Indeciso
con lo Preciso y sólo así se puede conseguir la canción gris. Gris se enriquece
de contenido y se convierte en color y símbolo preferido para los modernistas.
Una de las características más señaladas de la poesía modernista fue la nueva
adjetivación que rechazó casi por completo la que se usaba antes de ellos.
Ervin K. Mapes señala que de los simbolistas, de Mallarmé y de Verlaine, toma
Rubén Darío ese procedimiento expresivo, frecuente en el poema americano, del
lenguaje “degagé”, suelto o escueto sintácticamente: colocar uno al lado del
otro los elementos sintácticos sin nexos o partículas que los unan y sólo
relacionados por el pensamiento. Esta técnica también fue asumida por José
Martí. En sus Versos sencillos el color que predomina es el azul -donde se ve
claramente la influencia de Rubén Darío- y el resto de colores surge de
combinaciones de elementos pictóricos, junto a la musicalidad. El verso VII es
un claro ejemplo:
Para
Aragón, en España,
tengo
yo en mi corazón
un
lugar todo Aragón,
franco,
fiero, fiel, sin saña.
Si
quiere un tonto saber
por
qué lo tengo, le digo
que
allí tuve un buen amigo,
que
allí quise a una mujer.
Allá,
en la vega florida,
la de
la heroica defensa,
por
mantener lo que piensa
juega
la gente la vida.
Y si
un alcalde lo aprieta
O lo
enoja un rey cazurro,
calza
la manta el baturro
y
muere con su escopeta.
Quiero
a la tierra amarilla
que
baña el Ebro lodoso:
quiero
el Pilar azuloso
de
Lanuza y de Padilla.
Estimo
a quien de un revés
echa
por tierra a un tirano:
lo
estimo, si es un cubano;
lo
estimo, si es aragonés.
Amo
los patios sombríos
con
escaleras bordadas
Amo
las naves calladas
y
los conventos vacíos.
Amo
la tierra florida,
musulmana
o española,
donde
rompió su corola
la
poca flor de mi vida.
El ritmo, la rima y las aliteraciones
producen una musicalidad en el poema. Este lenguaje suelto, esta asociación de
ideas y pensamientos son una herencia directa pero también una renovación de la
simbología modernista.
CONCLUSIÓN
La apoteosis de José Martí como patriota y
como figura político-social ha sido equilibrado por una valoración igualmente
laudatoria de su producción artística. Martí anhelaba una América hispánica
democrática y autónoma, en la que Cuba asumiría la condición de un Estado
constitucional y gobernado por sí mismo. A este fin dirigió José Martí sus
energías, sacrificando su dicha personal, su comodidad y su provecho, a lo que
él consideraba un llamamiento del destino. La veta heroica de su vida estaba
impregnada de un excesivo sentimiento de amor universal. La pesada carga de su
misión, los obstáculos insuperables en su camino rara vez originaron quejas
sobre sí mismo.
Su pensamiento y su ideología están dirigidas
con una maestría soberbia hacia su obra lírica. En Versos sencillos hemos
estudiado la relación entre la literatura y la revolución, así como algunos
elementos de su vida.
Versos sencillos es una obra que emana del
corazón, de la sinceridad del poeta frente al papel. Sus versos nacen de su
propia vivencia para servir a su misma realidad, y a la realidad de Cuba. Son
tres realidades convergentes en una sola: la realidad del problema de Cuba.
El ritmo, la métrica, la combinación de
colores y la musicalidad son los elementos que utiliza José Martí en sus Versos
sencillos. Es una obra donde la voz del poeta se deja oir con enorme
brillantez, dando al modernismo un giro innovador.
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