INTELECTUALES ANTIOCCIDENTALES
En
Traición a Occidente, Jacques Ellul analiza la actitud antioccidental que, ya
en 1974, estaba muy extendida entre los intelectuales. Resumo su argumento, con
frases entresacadas del libro (en cursiva las mías).
Occidente
tiene mala reputación hoy y todos intentan huir de este barco que zozobra.
Occidente es portador de todos los pecados. Ha invadido el mundo. Ha subyugado
a pueblos que no pedían más que vivir en paz. Estos pueblos eran dichosos,
fecundos, prolíficos, bien alimentados, no conocían el mal, ni la guerra, ni la
esclavitud; poseían seguridad y filosofía… Y después llegó el Occidente con su
cortejo de catástrofes.
El
hombre occidental comienza a estar ahora convencido de todo esto, y al menos en
la izquierda, al menos entre los intelectuales, de esta “concienciación” nace
un gran sentido de culpa, un remordimiento terrible.
Asumo
el mal que se ha hecho, rechazo que no se haya hecho más que mal. Sé que
nuestra civilización está edificada sobre la sangre y el robo, pero toda
civilización se ha levantado así. Frente al discurso pseudorrevolucionario, a
la caminata especular junto a los guerrilleros, al desprecio por la “cultura
blanca”, al deseo exasperado por destruir todo lo que fue nuestra grandeza,
afirmo el valor de occidente a pesar de todo.
[A
continuación, Ellul entresaca algunos casos de la historia de los pueblos no
occidentales: el imperialismo otomano y de los kmer; las espantosas invasiones
de Gengis Khan, que “probablemente mató en su reinado a sesenta millones de
personas”; la invasión de dos tercios del continente negro por los bantúes, y
de los aztecas a los reinos vecinos; el colonialismo chino en Manchuria,
Mongolia, Sinkiang y el Tíbet... Me ha llamado la atención lo que dice sobre el
esclavismo de los árabes:]
Los
primeros esclavizadores, desde finales del mundo antiguo, lo fueron los
mercaderes árabes, musulmanes, que establecieron la esclavitud en el África
negra. Y cuando llegaron los occidentales, sencillamente, se aprovecharon de la
estructura de reducción a la esclavitud de las tribus negras que había sido
puesta en práctica por los árabes. Se romantiza mucho hoy en día sobre el
liberalismo y el humanismo de los árabes, pero todo eso es literatura. A partir
de los textos del Islam, todo es desde luego excelente. A partir de los textos
evangélicos, también. La práctica en las conquistas y el comercio ha sido tan
atroz (por lo menos) por parte de los árabes como por la de los occidentales.
Siempre
se encuentra aquí el mismo vicio intelectual: se oponen principios (admirables
– islámicos) y conductas (horrorosas – cristianas). Me parece que esto no es
serio. Hay que comparar principios con principios (el Islam y el Evangelio) y
después conductas con conductas (los musulmanes y los cristianos).
Bien
es sabido hasta que punto resulta culpable nuestra civilización con respecto a
la mujer. ¡Despreciada, esclavizada, objetualizada, etc, siempre! Y se recuerda
la grosera discusión del siglo XII acerca de si la mujer tiene alma –debatida
en un sínodo-, que es para reírse. Pero, perdón: ¿quién ha dicho “la mujer es
el campo en el que siembre el hombre”? El Islam. ¿Quién tiene la postura más
envilecedora, más embrutecedora hacia la mujer? El Islam:
“Preguntas,
pues, si una mujer no tiene alma ni inteligencia? ¿Cómo puedes preguntarlo? Es
claro que no lo tiene. Una criatura sin alma ni inteligencia no tiene fe. Ni el
paraíso ni el infierno esperan a la mujer. Cuando muere se desintegra
sencillamente en el polvo” (Kurban Said).
La
famosa cuestión planteada por los teólogos cristianos, que no corresponde ni a
la enseñanza bíblica ni a la de los grandes teólogos y padres de la Iglesia, se
debió precisamente a la confusión provocada en occidente por la afirmación del
Islam, cuyas ideas empezaban a penetrar en Francia.
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