FRAGMENTO DE SOCIOLOGÍA Y
ANTROPOLOGÍA.
INTRODUCCIÓN,
DE CLAUDE LÉVI-STRAUSS.
Y es que por primera vez en la historia del
pensamiento etnológico se lleva a cabo un esfuerzo por superar las
observaciones empíricas y llegar a realidades más profundas. Por primera vez lo
social sale de la esfera de la cualidad pura: anécdota, curiosidad, materia de
descripción moralizante o de comparación erudita, y se transforma en un
sistema, entre cuyas partes pueden descubrirse conexiones, equivalencias y
solidaridades. Se comparan, en primer lugar, los resultados de la actividad
social, bien sea técnica, económica, ritual, estética o religiosa —como son los
instrumentos, productos manufacturados, productos alimenticios, fórmulas
mágicas, ornamentos, cantos, danzas y mitos—, comparación que es posible por el
carácter común que todos poseen de ser transferibles, de acuerdo con
modalidades que pueden ser objeto de análisis y clasificación y que incluso
cuando parece que no pueden separarse de determinados tipos de valores, sí
pueden reducirse a formas más fundamentales, más generales. No sólo son
comparables, sino con frecuencia sustituibles, en la medida en que valores
diferentes pueden ser reemplazados unos por otros dentro de la misma operación,
y, sobre todo, son las mismas operaciones, por diversas que puedan parecer, a
través de los acontecimientos de la vida social: nacimiento, iniciación,
matrimonio, contrato, muerte o sucesión, y por arbitrarias que parezcan, debido
al nombre y distribución de los individuos que ponen en causa, como son los
recipiendarios, intermediarios o donatarios, lo que permite siempre la
reducción de operaciones, grupos o personas a un número más pequeño, donde, a
fin de cuentas, sólo se encuentran los fundamentos de un equilibrio concebido y
realizado de forma diferente, según cual sea el tipo de sociedad objeto de
consideración. De este modo los tipos pueden ser definidos por sus caracteres
intrínsecos y se pueden comparar entre sí, ya que sus caracteres no se
califican cualitativamente, sino por el nombre y ordenación de sus elementos, que
a su vez son constantes en todos ellos. Tomemos un ejemplo de un sabio que
quizá mejor que ningún otro ha sabido comprender y explotar las posibilidades
que este método abre: las interminables series de fiestas y regalos que
acompañan el matrimonio en Polinesia, poniendo en relación decenas e incluso
cientos de personas, que parecen desafiar la descripción empírica, pueden, sin
embargo, canalizarse en treinta o treinta y cinco prestaciones que se llevan a
cabo a través de cinco líneas, líneas que están entre sí en una relación
constante y que pueden descomponerse en cuatro ciclos de reciprocidad entre las
líneas A y B, A y C y A y E; la totalidad compone un determinado tipo de
estructura social, en que, por ejemplo, los ciclos entre B y C o entre E y B o D,
o incluso entre E y C, están excluidos, siendo así que cualquier otra forma de
sociedad los colocaría en lugar predominante. Este método es tan riguroso que
si se produjera un error en las ecuaciones así obtenidas es probable que
hubiera que imputarlo más a una laguna en el conocimiento de las instituciones
indígenas que a un defecto del cálculo. Así, en el ejemplo que acabamos de
citar se constata que el ciclo entre A y B comienza con una prestación sin
contrapartida, lo cual nos induciría inmediatamente, si no se conociera, a
buscar la presencia de una acción unilateral, anterior a las ceremonias
matrimoniales, aunque en relación directa con ellas, pues tal es el papel que
dentro de esta sociedad en cuestión juega la abducción de la prometida, cuya primera
prestación representa, según la terminología indígena, «la compensación». Este
hecho se hubiera podido deducir de no haber sido observado.
Podemos fácilmente darnos
cuenta que esta técnica operatoria es muy semejante a la que Troubetzkoy y
Jakobson describían mientras Mauss escribía su Essai, lo cual iba a permitirles
crear la lingüística estructural. El problema radica aquí también en distinguir
un dato puramente fenomenológico, del cual no se ocupa el análisis científico,
de una infraestructura más simple y a la cual debe su ser. Gracias a las
nociones de «variantes facultativas», «variantes combinatorias», «términos de
grupo» y a la de aneutralización», el análisis fonológico iba a permitir
definir un lenguaje por medio de un pequeño número de relaciones constantes en
las cuales la diversidad y complejidad aparente de su sistema fonético no hacen
sino ilustrar la posible gama de combinaciones autorizadas.
Del mismo modo que la
fonología para la lingüística, el Essai sur le don inaugura una nueva era para
las ciencias sociales. La importancia de este doble acontecimiento (que
desgraciadamente Mauss dejó en esquema) puede perfectamente compararse con la
importancia del descubrimiento del análisis combinatorio para la matemática
moderna. El que Mauss no se dedicara al desarrollo de este descubrimiento,
incitando inconscientemente con ello a Malinowski (de quien hay que reconocer,
sin que ello le perjudique, que fue mejor observador que teórico) a lanzarse
solo a la elaboración del sistema correspondiente sobre la base de los hechos y
conclusiones análogos a que ambos habían llegado, por caminos independientes,
es uno de los grandes males de la etnología contemporánea.
Es difícil hoy llegar a
saber en qué sentido hubiera desarrollado Mauss su doctrina, si lo hubiera
hecho. El principal interés de una de sus obras tardías, la Notion de Personne,
publicado también en este volumen, radica menos en su argumentación, considerada
a veces cursiva e incluso negligente, que en la tendencia actualizada hoy de
aplicar al orden diacrónico una técnica de permutaciones que el Essai sur le
don concebía más en función de los fenómenos sincrónicos. En cualquier caso,
probablemente Mauss habría encontrado ciertas dificultades en completar la
elaboración del sistema (más adelante veremos por qué), pero nunca, sin
embargo, le habría dado la regresiva forma que recibió de Malinowski, para
quien la noción de función, concebida por Mauss al estilo del álgebra, es
decir, implicando que los valores sociales se pueden conocer unos en función de
otros, toma el camino de un simple empirismo cuyo objeto es únicamente el de
señalar los servicios prácticos prestados a la sociedad por sus costumbres e instituciones.
Cuando Mauss consideraba la relación constante entre los fenómenos, relación
donde reside su explicación, Malinowski se pregunta únicamente para qué sirven,
con el fin de hallarles una justificación. La posición adoptada ante este
problema deshizo los anteriores avances, al dar entrada a una serie de
postulados que carecían de valor científico.
El fundamento de que la
posición adoptada por Mauss ante el problema es la única acertada ha quedado
atestiguado por los más recientes desarrollos de las ciencias sociales que
permiten confiar en una matematización progresiva. En determinados campos
fundamentales, como es el del parentesco, el de la analogía con el lenguaje,
tan repetidamente mantenido por Mauss, ha permitido descubrir las reglas concretas
que permiten la creación dentro de cualquier tipo de sociedad de ciclos de
reciprocidad cuyas leyes de funcionamiento sean ya conocidas, permitiendo así
el empleo del razonamiento deductivo en un campo que parecía sujeto a la
arbitrariedad más absoluta.
Por otra parte, al asociarse
cada vez más estrechamente con la lingüística, con el fin de crear algún día
con ella una amplia ciencia de la comunicación, la antropología social espera
beneficiarse de las inmensas perspectivas abiertas a la lingüística, al aplicar
el razonamiento matemático al estudio de los fenómenos de la comunicación.
A partir de ese momento
sabemos que un gran número de problemas etnológicos y sociológicos, ya sea en
el terreno de la morfología, en el del arte o en el de la religión, sólo
esperan la buena voluntad de los matemáticos que en colaboración con los
etnólogos podrán conseguir un progreso decisivo, si no todavía en el camino de
la solución, sí, al menos, en el de una unificación previa, que es condición
para su solución.
Fuente:
Mauss, Marcel. Sociología y antropología. Colección de Ciencias Sociales.
Madrid: Editorial Tecnos, 1991.
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