viernes, 30 de noviembre de 2012

LA COMFORMACION DE LA CIUDADANIA VENEZOLANA Y POLITICA SOCIAL SOBRE LAS COMUNIDADES ABORIGENES Y ANALIZA LOS SIGUIENTES TOPICOS SOBRE LA SOCIEDAD EN LA VENEZUELA DEMOGRAFICA


LA COMFORMACION  DE LA CIUDADANIA VENEZOLANA Y POLITICA SOCIAL SOBRE LAS COMUNIDADES ABORIGENES Y ANALIZA LOS SIGUIENTES TOPICOS
 SOBRE  LA SOCIEDAD EN LA VENEZUELA DEMOGRAFICA

A pesar de los hechos que nos narra la historia, hoy contamos con la presencia de comunidades indígenas, descendientes de los antiguos pobladores prehispánicos y que por tanto,  corresponden al origen de nuestra cultura No se conoce el número exacto de los aborígenes que residen en el territorio nacional, debido a que esas comunidades han sufrido diversos cambios por las adaptaciones y las influencias a las que se han tenido que someter.
De este modo, en el XIII Censo General de Población y Vivienda realizado a nivel nacional en el año 2.001 (último censo realizado hasta ahora), se registraron 536.863 pobladores indígenas, es decir, un 2,3 % del total de la población.
Además, cabe destacar que el 33,3 % (178.343) de ellos fueron identificados en comunidades propiamente indígenas, esto quiere decir que la mayoría de la población indígena venezolana aún convive en comunidades ubicadas en áreas selváticas y rurales, distribuidas sobre todo a lo largo y ancho de nuestras fronteras terrestres y marítimas.

EL INDIGENA EN LAS DIFERENTES INSTITUCIONES POLITICAS DEL ESTADO
En nuestro país, en las últimas décadas ha habido una serie de movilizaciones, protestas y manifestaciones, los cuales han desafiado la territorialidad del Estado. En especial, se han establecido nuevas relaciones entre democratización y descentralización, y en la lucha contra la exclusión y la discriminación han surgido nuevas formas de subjetividad e identidad espacial. Estas nuevas formas, que cuestionan la territorialidad (dada de antemano) del sistema estatal, pueden considerarse como reflejo de lo político expresado de manera espacial. En respuesta, la administración central han introducido toda una gama de reformas que buscan reconocer las exigencias de los pueblos indígenas Al buscar realinear y reestructurar el poder territorial del Estado central, se ha buscado contener y pacificar lo geopolítico dentro de su ya constituida frontera.
El discurso de los nuevos movimientos indígenas establece un vínculo cada vez más claro entre territorialidad, autogobierno y jurisdicción, como expresiones del derecho a la libre determinación. Pero esto no significa plantear la separación o el aislamiento, sino el intento de promover una mayor participación indígena en la sociedad y fortalecer las culturas e instituciones indígenas para construir un nuevo modelo de Estado más incluyente. De lo que se trata, es de la búsqueda de un equilibrio entre la participación indígena en el Estado y sus instituciones y el respeto para la autonomía de las instituciones indígenas. Las demandas indígenas se concentran en ganar el acceso a las instituciones políticas del Estado, mientras al mismo tiempo buscan fortalecer sus propias instituciones para hacer posible su participación.
A pesar de las limitaciones que se observan en el uso de los términos “pueblos”, “territorios” y “libre determinación”, en la normativa internacional (Declaración Universal de los derechos sobre los Pueblos Indígenas (ONU)
EL PROCESO DE TRANSCULTURACIONES CAMPO-CIUDAD
La palabra transculturación se generó en el terreno de la Antropología a partir del año 1935, con el fin de clasificar el estudio del contacto cultural entre grupos diferentes, sin embargo, su definición ha ido modificándose para delimitar más claramente su campo de acción ya que la terminología es una herramienta esencial en la investigación.
De las variadas acepciones cabe destacar, por su precisión, la realizada en 1940 por el cubano Fernando Ortiz,[4] él da las siguientes razones para su uso:
“Soy de la opinión que la palabra transculturación expresa mejor las diferentes fases del proceso de la transición desde una cultura a otra, a causa de que esto no consiste meramente en la adquisición de otra cultura, que es lo que implica la palabra inglesa Aculturación, sino que este proceso comprende también necesariamente la pérdida o el arrancar de raíz una previa cultura, la cual sería definida como Deculturación. Además de esto lleva consigo la idea de la creación consiguiente de los nuevos fenómenos culturales, lo cual sería llamado Neoculturación”. [5]
Esta definición si bien es muy acertada hace una errónea interpretación, referente al uso de la palabra inglesa Aculturación, ya que la traducción al español engloba la totalidad de lo que es transculturación y no solo una parte como lo indica Ortiz. Finalmente nuestra definición aceptada es la realizada por los antropólogos Redfild, Linton y Herskovits, quienes fueron comisionados por la Asociación Norteamericana de Antropología para que limitaran el término específicamente y cuya definición ya se otorgó en la introducción.
Aparte de las cuestiones terminológicas, debemos tomar en cuenta algunas de las formas de compenetración Hispano Aborigen, en particular los respectivos aportes materiales producidos durante la conquista. El fenómeno de la conquista involucra necesariamente un proceso de contacto entre culturas en que estas se influyen recíprocamente,

CONSECUENCIA SOCIALES DE LA DEMOGRAFIA PARTIDIDTA-PARTIDISTA LA MARGINILIDAD COM0O EXPLUCION SOCIAL
El término “Comunidades Indígenas ” es un concepto muy amplio cuya definición ha estado siempre sujeta a controversia. En general, se utiliza para designar a aquellos grupos étnicos que se caracterizan por poseer formas de vida y organización distintas de las de las sociedades “Modernas” e industrializadas. Parte de la controversia existente alrededor del término mencionado, tiene su origen en su común utilización como sinónimo de “Primitivo”, “Atrasado” e inclusive “Incivilizado”
La Expansión del modo de vida “Occidental”, ha exportado al resto del mundo sus formas de organización social, política, su ética, y formas religiosas, lo que ha colocado a la inmensa mayoría de las comunidades indígenas de América Latina y otras partes del mundo, ante una difícil situación en la cual se debaten en el dilema Tradición Vs. Modernidad; la necesidad de recursos naturales ha llevado a las sociedades modernas ha expandir su radio de acción a los territorios tradicionalmente ocupado por comunidades indígenas, y éstas no han podido hacer frente de manera efectiva a esa expansión occidental, por lo que se han visto marginadas de los territorios que históricamente venían ocupando durante siglos.
En Venezuela, las Comunidades Indígenas que sobrevivieron al genocidio llevado a cabo durante la conquista y colonización del territorio nacional, se hallan hoy sometidas a presiones similares a las descritas anteriormente; el afán modernizador de las élites políticas y económicas que han controlado a la sociedad venezolana desde la Independencia, las ha sumido en un acelerado proceso de Aculturación, que los sitúa en una difícil situación social. No obstante, en la actualidad (como ya se señaló al inicio de este tema) en Venezuela habitan, según los datos del Censo de las Comunidades Indígenas realizado en el marco del Censo general de Población y Vivienda del 2001, 178.343 indígenas.
Este número se refiere a personas que habitan todavía en comunidades indígenas; además, 354.400 personas se declararon pertenecientes a un pueblo indígena, lo cual ubica la población indígena total del país en 532.743 habitantes que representan el 2,3% del total de la población venezolana, cantidad considerablemente importante.

CONSECUENCIA INMEDIATA DEL INCRECIMIENTO DE MARGUINILIDAD
El origen de la marginalidad se encuentra profundamente asociado a la naturaleza y características de la estructura económica del país, pues ella se halla, como la mayoría de las economías subdesarrolladas de América Latina, deformada y desarticulada, en especial por su poca competitividad y por la gran dependencia de las economías del Primer Mundo. Ésta situación económica produce fuertes desajustes sociales como consecuencia de la ausencia de empleos bien remunerados, así como por las dificultades para acceder a los más elementales servicios de salud o educación en la que se encuentran las personas que viven en condiciones de marginalidad. En general, las políticas del Estado venezolano para combatir la pobreza han fracasado, ya que no han sido capaces de lograr un fortalecimiento de la economía que se traduzca en la creación de empleos.
La inmensa mayoría del denominado gasto social de los gobiernos que desde 1958 y hasta la actualidad han gobernado a Venezuela, ha sido ineficiente, pues se ha dirigido a aplicar políticas inmediatistas –es decir “Paños Calientes”- que muy poco han logrado mejorar la realidad socioeconómica venezolana.
En el caso venezolano, a diferencia de las grandes aglomeraciones urbanas de los llamados países desarrollados, la población que se agrupa en ciudades no es consecuencia de la industrialización sino de la aglomeración en búsqueda de oportunidades diversas. En la época en que se concentraron las obras públicas en Caracas (1948-1958) mucha gente se desplazó a la capital. Más tarde la urbanización fue consecuencia del relativo fracaso de las diferentes políticas agrarias emprendidas y de los bajos niveles de producción y de productividad en el campo. Sin embargo, en los últimos años esta tendencia se ha frenado algo, debido a diversas causas, entre las cuales se cuenta la presencia de los centros poblados surgidos de la reforma agraria, así como el aumento de la producción agropecuaria en volumen y remuneración.
A pesar de esto, el proceso de aglomeración urbana ha sido, en gran parte, ruralización de las ciudades porque el campesino que emigra del interior transporta con él sus hábitos sin cambiarlos por los de la cultura urbana. Al desubicarse se desarraiga de su Ecología, de su sistema de vida y de su ambiente afectivo. Esto produce un trauma muy común en las grandes áreas urbanas del país, en algunas de las cuales se producen fenómenos de contradicción y de violencia social, de criminalidad e inseguridad, cada vez más notorios.
La presencia de la marginalidad afecta todos los órdenes de la vida social, económica, política y cultural de la sociedad venezolana, entorpeciendo además, todos los esfuerzos planificadores del Estado venezolano. Esta dura realidad ha sido catalogada como “Bomba de Tiempo” por distintos especialistas, ya que la frustración de las expectativas de la mayoría de la población puede originar, como ya ocurrió el 27 de febrero de 1989, fuertes explosiones sociales, que además repercuten en la estabilidad del sistema democrático venezolano. Además el problema de la marginalidad genera una especie de círculo vicioso en el que, muchos hijos reciben de sus padres la pesada herencia de tener que vivir en condiciones de exclusión y pobreza extrema.
La superación de la marginalidad, como ya se señaló, constituye el mayor reto que enfrenta la sociedad venezolana en la actualidad, pues su superación implica un esfuerzo que desborda la sola actuación del Estado, para convertirse en responsabilidad de toda la sociedad. Superar la pobreza requerirá de distintos planes, políticas y sobre todo, mucha voluntad y conciencia política y ciudadana. Entre las directrices que han de seguirse se destacan:
La superación de la Pobreza debe ser un objetivo prioritario no sólo para el Estado, sino para todo el conjunto de la sociedad. Esto implica la adopción de políticas estructurales y de carácter global para lograr ese objetivo.
Es absolutamente necesario construir un sistema educativo de calidad, que garantice a la mayoría de la población y sin exclusiones, una capacitación adecuada, además de dotarle de una sólida formación en valores.
El Estado debe ejercer la planificación y control de los movimientos migratorios, planes de urbanismo y en general, todos aquellos aspectos que incidan el crecimiento de los sectores marginales en las ciudades; para ello, es necesario el fortalecimiento y diversificación del aparato productivo nacional, para garantizar el pleno empleo en todo el territorio.
Es necesario invertir mayores recursos en Educación, salud y en general en la seguridad social. Sin embargo, ese gasto debe ser racionalizado para que sea eficiente y tenga en realidad impacto en el mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría de la población

No hay comentarios:

Publicar un comentario