PALEOLITICO
INDIO-HISPANO
En este período, que se
extiende desde el 20 000 hasta el 8000 a. C. es abundante la cantidad de restos
arqueológicos hallados en Estados Unidos, México, Centroamérica y Sudamérica.
Aparece una nueva industria lítica, la de las puntas de proyectil, talladas
finamente en piedra que presentan variedades denominadas clovis, lanceoladas,
folsom, inca, fell, cola de pescado, etc. que dan cuenta de la gran difusión de
esta técnica, que llega hasta el noroeste argentino, el Río de la Plata,
Patagonia y Tierra del Fuego. El especialista alemán Müller Beck afirmaba que
esta técnica pudo ser aportada por nuevos inmigrantes procedentes de Asia que
pasaron por Bering hace entre 28 000 y 23 000 años, antes de que el último
avance de la glaciación Wisconsin cerrara el corredor de Alaska.
La otra gran innovación del
período lo constituyó el atlatl o propulsor, artefacto que aumentaba la
eficacia en el lanzamiento de las jabalinas por parte de los cazadores. Estas
mejoras tecnológicas constituyeron la base de las grandes culturas cazadoras
del Pleistoceno, que habitaron las praderas y valles boscosos norteamericanos
de clima benigno y abundancia de animales de presa. Los yacimientos excavados
señalan sitios de campamento y matanza, con restos industriales y huesos de
bestias fósiles.
Aunque no han quedado
testimonios, se supone que fabricaron redes, cuerdas, adornos de hueso y
plumas, etc. En Mesoamérica (México y América Central) y Sudamérica se han
reconocido versiones de estas formas culturales perfectamente adaptadas al medioambiente,
que complementaban la caza mayor con la recolección, desarrollando un estilo de
vida que perduró por siglos sin modificaciones sustanciales.
VOCALES
INDÍGENAS
La complejidad morfológica
de las palabras varía grandemente, pues mientras que en guaraní (familia
tupí-guaraní) se componen de tres elementos de media, en piro (familia
arahuaca) existen seis en promedio.
En lenguas de Sudamérica
como las caribe o tupís y de Norteamérica como las utoaztecas o las salish, las
raíces de las palabras son nominales o verbales y pueden convertirse en otra
clase de palabras por afijos derivacionales. En quechua, en náhuatl o en
mapuche muchas raíces de palabras son nominales y verbales. Otras lenguas como
la yuracaré o el papago usan abundantemente la reduplicación, un proceso que no
ocurre sistemáticamente en las lenguas tupí. La composición, formación de dos o
más palabras para formar otras nuevas está muy extendido, aunque en ocasiones,
como en las lenguas chon, puede estar casi ausente.
Las raíces verbales en las
que el objeto nominal está incorporado son también frecuentes. Muchas lenguas
son del tipo aglutinante (quechua, panoano, mapuche), es decir, combinan varios
elementos de significado distintivo en una sola palabra sin cambiar el
elemento. Otras (caribes, tupís) muestran una moderada cantidad de cambio y
fusión de los elementos cuando se combinan en palabras.
El género marcado
gramaticalmente en los nombres ocurre en guaicuruano y la diferenciación
masculino-femenino en los verbos ocurre en arahuaco, witoto, tucano y huarpe,
si bien las lenguas sin distinción de género son más comunes, como sucede en el
resto del mundo.
El singular y plural de la
tercera persona no se distingue obligatoriamente ni en tupí ni en caribe, pero
lenguas como yagán y mapuche tienen singular, dual y plural. Una distinción muy
común es la que se da entre la primera persona inclusiva (tú y yo, oyente
incluido) y la primera exclusiva (él y yo, oyente excluido). Las formas
pronominales se diferencian según las categorías que indican, ya sea que la
persona esté presente o ausente, sentada o levantada y lo mismo ocurre en
guaicuruano y movima. Los casos en el nombre se expresan generalmente por
sufijos o posposiciones, siendo el uso de preposiciones más (especialmente en
Sudamérica). La posesión se indica predominantemente por prefijos o sufijos y
los sistemas en los que las formas posesivas son las mismas en el sujeto de los
verbos intransitivos y en el objeto de los transitivos son muy corrientes. Los
afijos clasificatorios que categorizan los nombres según la figura del objeto
se dan en chibchano, tucanoano y waicano.
Muy frecuentemente las
formas verbales marcan el sujeto, el objeto y la negación, todo en una única
palabra. Las categorías de tiempo y aspecto parecen estar representadas
generalmente en las lenguas sudamericanas, si bien las categorías expresadas
varían mucho de una lengua a otra. Por ejemplo, la aguaruna (jivaroano) tiene
una forma futura y tres pasadas diferenciadas por distinción relativa, mientras
que en guaraní la diferencia es básicamente entre futuro y no-futuro. Otras
lenguas como la jébero expresan categorías modales. Son muy comunes los afijos
que indican movimiento, principalmente hacia y fuera del hablante, y
localización (como en las lenguas quechuas, aimaras, záparo e itonama) y en
algunas familias como la arawak o la panoana, hay muchos sufijos en el verbo
con significado adverbial concreto. Los afijos clasificatorios que indican la
manera en la que se realiza la acción ocurren en jébero y ticuna. Las acciones
hechas individual o colectivamente se diferencian paradigmáticamente en caribe,
mientras que en yámana y jívaro las raíces verbales se usan de acuerdo a si el
sujeto o el objeto es singular o plural. Hay varias lenguas (guaicuruano,
mataco y cocama) en las que algunas palabras tienen formas diferentes según el
sexo del hablante.
Las frases en las que el
predicado es un nombre declinado como un verbo con el significado de 'ser' o
'tener' el objeto designado mediante el nombre ocurren en bororo y witoto, como
'yo-cuchillo', es decir, 'yo tengo un cuchillo'. Las frases en las que el
sujeto es el objeto de la acción son frecuentes pero las frases verdaderamente
pasivas en las que se expresan el recipiente de la acción y el agente de la
misma son raras, aunque ocurren en witoto. Las frases subordinadas se
introducen raramente por conjunciones, expresándose normalmente por elementos
pospuestos o formas especiales de los verbos, tales como gerundios, participios
o conjugaciones subordinadas.
Finalmente en cuanto a la
ergatividad, ésta está ampliamente extendida en las siguientes familias de
lenguas: mixe-zoque, en mayenses; en Sudamérica, las lenguas yê, las arawak,
las tupí-guaraní, las pano-tacanas, las chibchas y las caribes. Y en Estados
Unidos y Canadá el chinook y el tsimishian.
EJEMPLOS
DE VOCALES
NÁHUATL HUASTECA
|
ni-k-on-ita-s: ‘yo lo veré allá’.
Los morfemas constituyentes
de la palabra significan:
ni- : 1ª persona singular
-k- : a él, lo
-on- : allá
-ita- : raíz verbal ver
-s : futuro
ni- : 1ª persona singular
-k- : a él, lo
-on- : allá
-ita- : raíz verbal ver
-s : futuro
El náhuatl huasteca es
prefijador y sufijador.
QUECHUA
|
jamu-wa-rqa-nki-chu: ‘¿viniste por mí?’
Los morfemas constituyentes
de la palabra significan:
jamu : raíz verbal venir
-wa- : tú me, tú a mí
-rqa- : pasado simple
-nki- : 2ª persona singular
-chu : interrogativo
jamu : raíz verbal venir
-wa- : tú me, tú a mí
-rqa- : pasado simple
-nki- : 2ª persona singular
-chu : interrogativo
El quechua es sufijador
AIMARA
|
uta-ja-nka-sk-t-wa: ‘estoy (actualmente) en mi
casa’.
Los morfemas constituyentes
de la palabra significan:
uta- : raíz nominal casa
-ja- : posesivo de 1ª persona singular
-nka- : estar (en)
-sk- : continuativo. Expresa que la acción o estado continúa
-t- : 1ª persona singular
-wa : afirmación
uta- : raíz nominal casa
-ja- : posesivo de 1ª persona singular
-nka- : estar (en)
-sk- : continuativo. Expresa que la acción o estado continúa
-t- : 1ª persona singular
-wa : afirmación
El aimara es sufijador
MAPUCHE
|
mütrüm-tu-a-fi-ñ: ‘lo/la voy a llamar otra
vez’.
Los morfemas constituyentes
de la palabra significan:
mütrüm- : raíz verbal llamar
-tu- : iterativo. Expresa repetición, reiteración de la acción
-a- : futuro
-fi- : a él, lo; a ella, la
-ñ- : 1ª persona singular de modo indicativo
mütrüm- : raíz verbal llamar
-tu- : iterativo. Expresa repetición, reiteración de la acción
-a- : futuro
-fi- : a él, lo; a ella, la
-ñ- : 1ª persona singular de modo indicativo
El mapuche es sufijador
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